Esperada y estimable llegada de la tan sonada segunda entrega de “Sanky Panky”. Su calidad técnica es correcta, pero no deslumbrante.
Ciertos aspectos de la historia podrían haberse cuidado más, pero en general entretiene y presenta momentos de calidad.
Hay que hacer constar que “Sanky Panky 2” exhibe algunos de los avances técnicos a los que se aboca en estos instantes la creciente industria cinematográfica local.
Sin embargo, un gran desacierto que no tiene nada que ver con la trama es la parte musical, que inicia con un tema interpretado por la merenguera Milly Quezada y el bachatero Elvis Martínez.
La historia muestra coherencia, continuando con los detalles inherentes exhibidos en la primera entrega que destacan la identidad dominicana, haciendo énfasis en lo que a través de décadas se ha conocido como “complejo de Guacanagarix”, donde todo lo extranjero es lo bueno.
Pero, a todo esto, es importante resaltar que también este filme cae en clichés comunes.
Otros de los puntos a favor de la historia es la química que logran en pantalla Fausto Mata y Zdenka Kalina, quienes, sin lugar a duda, salvan la historia.
Los demás personajes se limitan al característico papel de hacer lo que en muchos filmes han hecho: hacer reír, sin aplicarle mayores profundidades en sus momentos a la trama de la historia.
Dirección
Pinky Pintor conoce y maneja de forma loable el lenguaje cinematográfico, pero es necesario insistir en que la dirección actoral es floja, faltándole rigidez; hecho que muchas veces tiene que ver con la escogencia de los talentos.
Pintor coló entre escena y escena algunos toques de humor negro, prevaleciendo particularidades que debería explotar más.
En fin, el filme no es nada del otro del mundo, es una comedia que vuelve a rescatar ese característico personaje que desde su llegada caló en los amantes del séptimo arte en suelo nacional.
Y, aunque la película tiene sus altas y bajas y, sobre todo, algunos personajes estereotipados, no deja de entretener.