Santo Domingo.-Tener un hijo un con alguna discapacidad visual, auditiva, intelectual, fisicomotora o del habla, provoca angustia en cualquier familia, ya que el país carece de espacios que les permita garantizar el derecho y el acceso a una educación digna.
Sin embargo, existen modelos pilotos que pudieran replicarse en otras provincias como es el caso del Politécnico Andrés López Cruz, una escuela en El Corozo de Moca, en la provincia Espaillat, donde la inclusión es una realidad y las puertas del recinto escolar están abiertas para todos.
“Los niños con situaciones distintas, o lo que llamamos discapacidad, deben tener una oportunidad, igual que tienen los demás; simplemente porque tienen el mismo derecho”, así lo expresa Pedro Paulino, director de la escuela.
Este es el único espacio inclusivo del área que recibe estudiantes de otros municipios, pueblos y provincias que no tienen ninguna otra opción.
Con la mirada llena de emoción y la voz quebrantada en algunos momentos, relató la llegada de la niña Adriana Díaz en el año 2013, una persona sorda a quien le atribuye la motivación y el comienzo de la actual etapa del politécnico, como un centro educativo inclusivo, donde además de la importante representación de estudiantes con discapacidad auditiva, acoge a varios estudiantes dentro del espectro autista y otras condiciones que responden también a una discapacidad intelectual.
Retos
El principal reto que enfrenta la escuela es en términos de recursos: económicos y didácticos accesibles.
No obstante, la manera en cómo Paulino ha abrazado la causa, genera que como director se encuentre constantemente motivando al equipo docente a implementar nuevas estrategias que faciliten la enseñanza.
Cuenta que la acogida que los estudiantes sin discapacidad les han dado a sus compañeros con discapacidad ha sido orgánica, lejos de la segregación se entremezclan como un gran grupo de estudiantes y amigos, donde no existen las diferencias.
Y que, por el contrario, ha despertado la inquietud de que algunos estudiantes oyentes se interesen en aprender lengua de señas.
Un ejemplo puntual es el caso de Amelia Gómez, una adolescente de 15 años que se considera a sí misma como una minintérprete: “Empecé a aprender lengua de señas en segundo grado. Y empecé a aprenderlo, porque yo nunca pensé que iba a estar en una misma aula con personas con discapacidad auditiva… entonces, yo decidí un día: yo quiero aprender lengua de señas”.
Al igual que Amelia, otros estudiantes han demostrado su interés por interactuar de manera fluida con la comunidad sorda, eliminando todas las barreras posibles de comunicación.
Según, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, el número de niños con discapacidad en el ámbito mundial se estima en casi 240 millones.
En el caso del país, según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) con apoyo de Unicef, el 10 % de niños o niñas entre 2 y 17 años tienen algún tipo de discapacidad motora, auditiva o visual. Esta cifra aumentaría si se incluyera la discapacidad intelectual.
Estudios de esa organización internacional precisa que en comparación con los niños sin discapacidad, los niños con discapacidad tienen: un 24 % menos de probabilidades de recibir una atención temprana y receptiva; un 42 % menos de probabilidades de tener conocimientos básicos de lectura, escritura y aritmética; un 25 % más de probabilidades de sufrir emaciación y un 34 % más de probabilidades de sufrir retraso en el crecimiento; un 49% más de probabilidades de no haber asistido nunca a la escuela.
“La experiencia de la discapacidad varía mucho. Las informaciones demuestran que existe un espectro de riesgos y resultados según el tipo de discapacidad, el lugar donde vive el niño y los servicios a los que puede acceder.
Esto pone de relieve la necesidad de diseñar soluciones específicas para abordar las desigualdades”, aseguró Carlos Carrera, representante de Unicef.
Proyecto
— Programa
El politécnico forma parte del piloto del Programa Técnico Profesional del Ministerio de Educación y del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), dirigido a estudiantes con discapacidad o en riesgo de abandono escolar.