Uno de los grandes consejos que siempre dan es: “que no te importe lo que digan los demás, tienes que ser y hacer lo que consideres”.
No voy a rebatir esta afirmación, pero sí me gustaría puntualizarla.
El hecho de que no te importe lo que otros opinen, no debería llevar implícito que no escuches. Una vez que lo hagas, decides. ¿Por qué hablo de esto? Porque durante mucho, mucho tiempo, sobre todo en mis años jóvenes, veía como injerencia cualquier opinión sobre mí y sobre lo que hacía.
Y en ocasiones tomaba decisiones solo por llevar la contaria.
Pero la vida te enseña que ese camino, la mayor parte de las veces, te lleva a equivocarte. Y suerte tienes si quien te aconsejó aún está ahí.
Cuando fui consciente de que escuchar de otros opiniones, consejos, ideas era una forma de crecimiento, de ser capaz de ver las cosas con matices que no había valorado, todo fue tomando su lugar.
Luego ya la decisión quedaba en mis manos, pero por lo menos había puesto en la balanza elementos que ni siquiera se me habían pasado por la cabeza. Claro, repito, una cosa es escuchar, respetar y asumir opiniones y otra depender de ellas. Ese es un límite peligroso para la autoestima.
Realmente la clave en todo este asunto es una: saber elegir bien a quién escuchas, porque seamos sinceros, tenemos la tendencia a meternos en la vida de los demás sin importarnos más que dar una sentencia.
Pero si tienes la suerte, yo la he tenido, de rodearte de gente que te quiera, te valore y se preocupe porque estés bien, tenlos cerca, consúltales, valora lo que dicen y devuélveles el mismo favor.
Este es mi segundo deseo para ti en este 2020.