Nuestro país celebra el inicio del nuevo año con muchas buenas noticias económicas. La inflación parece está cediendo, las tasas de interés se han estabilizado y no parece habrá nuevos aumentos en el futuro inmediato, el país recibe abundantes visitantes y las exportaciones de manufacturas continúan en ascenso.
Por demás, el déficit presupuestario no parece será mayor que años anteriores y la ejecución presupuestaria, aunque precaria en inversiones y abundante en ayudas sociales, luce permitirá una realización razonable en el presente año.
Pero nuestro país es isleño de economía abierta donde sus exportaciones son principalmente minerales, manufacturas en zonas francas y servicios de turismo.
Por otro lado, somos aún importadores cuantiosos de carburantes fósiles y gas, así como de muchos bienes de consumo.
Esta realidad obliga a echarle constantemente un ojo al escenario económico internacional, del cual somos muy dependientes.
Amén del conflicto bélico surgido a raíz de la agresión sobre Ucrania y sus repercusiones económicas, hay otras situaciones que deben llamar nuestra atención. Tenemos en primer lugar la reactivación económica de China, la cual habrá de demandar mayores cantidades de petróleo y gas, pudiendo ello alterar los precios actuales y sumirnos nueva vez en una espiral de aumentos de precios.
Por el lado positivo tenemos el acercamiento entre los países de la Unión Europea, encabezados por Francia y Alemania, con los Estados Unidos de Norteamérica.
Esto podría traer consigo una mayor estabilidad en las tasas de interés y los tipos de cambio, lo cual resultaría beneficioso para nuestro país.
Así mismo, está el Plan Biden de reactivación económica, que podría movilizar enormes inversiones y cuya ejecución podrá favorecer la recepción de mayores remesas y demanda por más productos de nuestras zonas francas.
Aunque surgen iniciativas descabelladas como la de una moneda común latinoamericana, nuestro continente parece estabilizarse alrededor de un grupo de mandatarios de filosofía de izquierda, pero de ejecuciones capitalistas, al mejor estilo de la República Popular de China.
Por ello y todas las demás razones citadas, debemos continuar alertas al desenvolvimiento económico internacional y sus posibles repercusiones favorables o negativas sobre nuestra economía.