Como uno de esos aguaceros que a veces nos sorprenden en un día de sol, la tristeza parece apropiarse de nuestra alma cuando leemos algunos versos o escuchamos algunas canciones que arrastran consigo recuerdos o momentos ingratos.
Años atrás, leí en un libro de Alberto Ferreras, una historia en la que se narraba la angustia de un hombre separado por las circunstancias políticas adversas de la mujer que amaba. No podían conversar, ninguno de los dos sabía del destino de la persona amada. Ella, él, ¿estarían vivos? ¿Qué sería de sus vidas?
¿Acaso el nombre de esa dama desconocida era Violeta? “Es para ti/Violeta de mi vida/esta canción tan honda que/ despertó en una alondra/ y dejó mi alma herida”, nos dice la canción maravillosamente interpretada por Mateo.
Calificadas como populares, dueñas de sentimientos tan vividos que estremecen a nuestra alma, poseen tal intensidad que nos arrojan a un mundo de intimidades que nos paralizan y estremecen cuando las escuchamos.
Oigo a veces los tangos de Carlos Gardel que arrojan restos de cenizas y amarguras en nuestro espíritu: “Volver/ con la frente marchita/ las nieves del tiempo/ plagiaron mi sien…” “Mis Buenos Aires queridos/cuando yo te vuelva a ver”… Para aquellos que han vivido muchos años fuera del país y un día se deciden a retornar el impacto es estremecedor….Chiquetete nos canta: Volveré.
Se puede ser la persona más cultivada y conocedora de la música de los maestros universales. Aún por ello, ¿dejará de conmovernos la voz grave y sublime de Django, la de Agustín Lara, la de Raphael de España, la de Sandro, en épocas en que los sentimientos de nuestro corazón estaban a flor de piel? ¿O en todas las épocas?
Me siento triste y abatido cuando escucho “Stuck on you”, de Lionel Richie, o “Killing me soffly” de Roberto Flag, o “Light my fire”de José Feliciano.
¿Cómo rehusar el estremecimiento emocional y la fascinación que me provocan las canciones románticas de Juan Luis Guerra de “Bachata rosa” o aquellas interpretaciones maravillosas que Fernando Villalona grabó junto a Gloria y Emilio Steffan?
Cuando era casi un niño, mientras ayudaba a mi padre en su almacén de provisiones de la calle Arzobispo Valera con Peña Batlle, yo escuchaba a lo lejos las canciones abatidas de Tommy Figueroa, de Rafael Encarnación, de Inocencio Cruz, de Raffo…”Ay mi vida/tú tienes toda la culpa/ no has logrado comprender… /pero sé que me quieres”…
Raphael de España siempre provoca una gran fascinación: su estilo tan peculiar, su voz tierna y exaltada, los versos tan hondos, su belleza … “Le llaman Jesús”…”Qué tal te va sin mi”… “Como yo te amo”…
La lista es interminable: Agustín Lara, José José, Camilo Sesto, Salvatore Adamo, Nicola di Bari, Anthony Rios, , Julio Iglesias, Yolandita Monge, Sandro …
Construimos nuestras vidas con una infinidad de de recuerdos y vivencias. Ambos asociados a una forma de vida, a una ciudad y sus calles, a amigos y mujeres amadas, a eventos relevantes, a circunstancias fortuitas….
En uno de los mis libros, inserté los versos de una canción de Rolando Laserie: Un hombre derrotado abandona un sitio tras una dolorosa conversación. “En la salida del restaurante, la luz temprana de la tarde de domingo me deslumbra los ojos”, dice el texto.
Siente que se aleja de alguien que es venenoso como una serpiente y oscuro como un pantano. Es “como abandonar algo muy descompuesto, un mundo desbordado de falsedades, engaños y mentiras”.
A lo lejos, se escucha una canción. Se llama “Negrura”. “Esta negrura que ronda por tu ser/tal vez de algún querer lejano/que ya te pidió tu mano /y tú acudes sin volver”.