En los 48,442 kilómetros cuadrados que tiene la República Dominicana, incluidas las pequeñas islas de Saona, Beata y Catalina, todos y todas casi nos conocemos, sabemos de qué familia proviene cada quien, cuál es su pedigrí, a qué se dedica, incluso en qué incursionará en el futuro, es el nuestro un origen marcado.
Pero en el caso del momento, y que le compete a toda nuestra sociedad no solo por la relevancia que tiene sino por sus diversos vínculos políticos, empresariales, económicos, con figuras del arte y hasta del deporte,en consecuencia bastaría preguntarse quién es César Emilio Peralta (César el Abusador) identificado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos como el cabecilla de una red internacional de narcotráfico y otros delitos, que incluyen lavado de activos y trata de personas.
Tener cédula de identidad y electoral, domicilio y una gran cantidad de negocios que producen ingresos y egresos diarios durante veinte años, donde se paga personal que labora en los mismos, consumo de electricidad, agua, teléfono, internet, televisión por cable entre otros consumos es para ser una persona reconocida ante la ley y las autoridades.
Pero la impunidad no vio durante veinte años este señor, Impuestos Internos, la Procuraduría General de República, la fiscalía del Distrito Nacional ni la provincia de Santo Domingo.
Tampoco la Dirección Nacional de Control de Drogas-DNCD- cuando en el 2008 y de acuerdo a acusación se le ocuparon 258 kilogramos de cocaína en Baní, provincia Peravia, no se le dio un seguimiento continuo a sus movimientos, todo el sistema de seguridad nacional fue burlado por el abusador, hecho que sigue desnudando la fragilidad de nuestro sistema judicial y los órganos persecutores de delitos.