No podemos negar que nuestra sociedad ha venido deteriorándose moralmente y que existen muchos sectores que se benefician del caos que nos va arropando, y es por lo que este estado de cosas tiene sus encantos para aquellos que las violaciones a la ley, la vida desordenada y desenfrenada, la imprudencia y abuso, le proporcionan ciertas ventajas sobre los demás (pendejos) por las cuales no abandonarán la mala práctica que va en crecimiento constante.
Me eximo de poner ejemplo, porque son muy evidentes y constantes, que los buenos y respetuosos ciudadanos sientan muy a menudo que sus derechos son pisoteados con la mala situación, que no tienen instituciones en las que puedan apoyarse para hacer valer sus derechos.
Es frecuente ver cómo la gente aplica sus derechos sin tener en cuenta los deberes que debe cumplir ante los demás, para una sociedad sin los conflictos y el estrés que vemos se va acumulando con consecuencias cada vez más inverosímiles.
No vamos a resolver de sopetón todos los problemas, pero debemos ir pensando que no estamos bien y algo debemos hacer. La transparencia de la cual hemos hablado bastante es un valor necesario para comenzar a implementar medidas concretas.
Debemos asumir la transparencia en nuestras vidas para poder implementar medidas trascendentales. Por ejemplo, el irrespeto a la autoridad viene porque ellas no se respetan a sí mismos, y no son transparentes en su accionar.
En los programas de los partidos debe haber más proyectos en pro de formar mejores hombres y mujeres.
Pero debe haber un esfuerzo de los líderes y el Estado de recuperar el respeto y la autoridad, porque los sucesos constantes por la mala conducta de los dominicanos nos está creando un ambiente que nos irá jodiendo el futuro.
Sólo podemos observar el comportamiento de nuestros hijos en las escuelas. Cómo hacemos un mejor ciudadano bajo la violencia, el desorden, las violaciones y vulgaridades y la falta de calidad de nuestra educación y educadores.
No siempre contaremos con un crecimiento mal repartido. No podremos mantener el equilibrio que aún podemos disfrutar a pesar de las violaciones y delincuencia, porque se necesita cierto orden para que las cosas fluyan.
Necesitamos fortalecer la institucionalidad del orden y la autoridad para imponer el respeto a la ley y los derechos humanos, que nosotros propondríamos iniciar por el tránsito, donde las violaciones y el irrespeto a los derechos y seguridad de las personas es el mayor y más costoso para la sociedad y el Estado.
Es un ejercicio simple, pero requiere decisión, voluntad y transparencia. Iniciamos por sectores o pueblos, y nos vamos extendiendo, hasta generalizar y como dice la moda de las redes, hacer tendencia. El orden y respeto debe ser tendencia social, con lo que, al asumirlo los ciudadanos, lo impondrán y lo exigirán al que viole sus derechos.