Estamos en navidad dicen todos y la algarabía llena los corazones de muchos, las compras, los regalos y los juntes, para unos; la impotencia de no poder brindar a sus hijos lo que se estila en estas fiestas y la nostalgia por lo que ya no están, para otros y en este vaivén, va en crecimiento la logística de celebración secular y el sentido espiritual en familia de esta conmemoración, mengua.
Ver como se han desvirtuado las cosas en asuntos de prioridad dentro de esta celebración, pudiera preocuparnos, pero podemos estar tranquilos, pues los que amamos el hermoso significado de esta conmemoración, sabemos que nunca dejará de existir quien valore y celebre que cerca de la medianoche de una Noche Buena, nació Jesús y con él llegó al mundo el regalo más hermoso y trascendental de la historia de la humanidad, arribando la Gracia y la vida eterna con Dios para los que hemos creído en su Plan de redención, teniendo esto una connotación de eternidad, y es que la Natividad es amor, esperanza y redención.
El nacimiento de Jesús fue un acontecimiento rodeado de humildad, aunque era hijo del Gran Rey y Dios todopoderoso.
Todo lo concerniente al nacimiento de Jesús declara esta virtud…Dios mostró lo que ante Él tenía valía, necesitaba enseñarnos aquí en la tierra dónde está la verdadera riqueza, aunque el anuncio del nacimiento del Mesías tuvo en las huestes celestiales una connotación apoteósica y esto lo declara en Lucas cap. 2 vers. 13, sin embargo, en el plano terrenal la gran noticia fue notificado a los pastores de rebaño, un sector de la sociedad de quinta o sexta categoría, a quien Dios le plació anunciar el gran acontecimiento y la cita dice así:
No puedo dejar de citar a Lucas 2: 8 al 14: ¨Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.
Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, ¡buena voluntad para con los hombres!
El nacimiento de Jesús tiene una connotación de amor espiritual tan importante, que cuando lo celebramos se percibe en los aires, me refiero al amor que exhibimos en navidad, y es que no puede ser menos, se trata de una celebración dirigida al Hijo de Dios, el verbo hecho carne, que aún con el sentido pagano que se le ha querido dar, prevalece esa doble porción de amor en muchos, la gente se siente más cercana, sonriente, procura hacer feliz a su prójimo, el sentido de solidaridad aumenta, es como si una doble porción de su Gracia se manifestara en estos días.
Disfrutemos con nuestras familias esta celebración y en algún momento de la noche, o del 25 de diciembre, en Orden Divino, agradezcamos a Dios y brindemos porque su propósito fue cumplido. Gocémonos porque lo que profetizó Miqueas en el cap.5, vers. 2 se cumplió al pie de la letra y por tanto lo que falta por acontecer vendrá y no tardará.
Estamos viviendo tiempos peligrosos en todos los sentidos, de muchas carencias a nivel de afectividad y de paz mental, muchos han decidido darle la espalda a Dios y vivir bajo sus propios criterios, ¨no lo necesitamos¨, dicen ellos, pero no perdamos la fe, pidamos a Dios que este sentir tan especial que se percibe en estas fechas continúe en el tiempo.
Que las muestras de afecto, unidad, armonía, entrega y regocijo permanezcan y sobre todo, que podamos entender que la Navidad vino hace más de 2000 años para quedarse en los corazones que le damos apertura.
Enseñemos a nuestras generaciones el verdadero sentido de esta hermosa celebración y lo gozaremos a plenitud. Dice el Señor en su Palabra que aunque abunda el pecado, sobreabunda la Gracia.
¡FELIZ NAVIDAD!