Los medios de comunicación de masas son más poderosos e influyentes hoy que nunca antes, pues logran llegar a una cantidad de público que en el pasado jamás imaginaron.
Entre los más beneficiados han sido los medios impresos, pues gracias al mundo digital se han librado de la camisa de fuerza que les representaba el ejemplar físico.
Los contenidos que producen las salas de redacción se divulgan ahora en tres tipos de plataformas distintas: la impresa, la edición digital y las redes sociales.
Su alcance no se limita a las élites de siempre, sino que penetra a cualquier persona en el territorio o fuera del territorio.
Las marcas periodísticas han trasladado su prestigio al mundo digital, lo que explica que cuando un contenido se divulga en el ciberespacio adquiere el sello de veracidad cuando llega a través de las cuentas de una de esas marcas o de las de personas vinculadas al periodismo.
Los receptores de esos contenidos han dejado de ser miles para pasar a ser millones, gracias a las plataformas de la postmodernidad.
Los que escogimos como profesión informar vivimos en una era dorada, porque además tenemos acceso a cientos de veces más datos que los que disponían los filósofos de la antigua Grecia, para solo poner un ejemplo.
Los productores de contenidos periodísticos se han ido montando en esa nave de la era digital, logrando multiplicar por mucho al público que puede llegar.
La rapidez de esos cambios tomó desprevenida a la administración de las empresas periodísticas, que en cuestión de pocos años ha experimentado cambios tras cambios, con muy poco tiempo para hacer los ajustes y de repente les cambió el modelo de negocios.
Durante la primera etapa todos se lamentaban de los cambios y sentían temor por los efectos que pudieran causar. Esas lágrimas iniciales impedían ver el enorme océano de oportunidades que se estaban abriendo.
La esencia del periodismo se ha mantenido, solo ha cambiado la velocidad de divulgar los contenidos, las plataformas a través de las cuales se comparten y los modelos de negocios de las empresas que lo soportan.
Ante este fenómeno y el aumento del alcance de los contenidos periodísticos, los que abrazamos esta vocación tenemos una responsabilidad social mayor ante una sociedad que también está aprendiendo a administrar la enorme democratización de la información.