¡Qué equivocado estuve al juzgar en 2020 que Luis Abinader carecía de los atributos que ha demostrado durante su presidencia! El país, a juzgar por los resultados de su gestión, fue afortunado de que Luis iniciara esta época de cambios y regeneración moral.
Sin embargo, pese al crecimiento, estabilidad y sus notables demás éxitos, los tres mayores problemas que encontró al llegar siguen sin solución.
El sector eléctrico padece la quiebra y absoluto desorden inexcusable de las EDE, aunque hay grandes avances en la generación. La educación pública muestra los mismos lisios que anteriormente.
Y el combate a la corrupción, bandera de lucha del nuevo gobierno hace cuatro años, ha sido un circo de lawfare sin conseguir condenas ejemplares ni esperanzas de mejoras judiciales.
Los dominicanos que votamos por Luis hemos confiado en su honestidad y buenas intenciones, pero nada hay más inconstante que la popularidad y apoyo político.
Aparte de todas las reformas anunciadas, muchos nos alegraríamos con vencer esos tres retos pendientes. Mientras tanto, felicito al Presidente y confieso que gracias a Dios me equivoqué. Ha salido excelente jefe de Estado. Creo que ahora viene lo mejor.