Equidad versus ideología de género

Equidad versus ideología de género

Equidad versus ideología de género

La resolución 33-2019 que establece como prioridad la implementación de una política de género por parte del Ministerio de Educación ha desatado revuelo en el ámbito eclesial.

La preocupación del Episcopado dominicano tiene su fundamento en la necesidad de frenar el avance de un fenómeno que la Iglesia católica y otros sectores denominan ideología de género, porque se parte de la ampliación del concepto de género en el marco de la diversidad e identidad sexual, superando ya los 31 géneros como opciones a asumir, conforme a lo que una persona decida ser, independientemente del sexo con que nazca.

En el enfoque de derechos humanos, la equidad de género es la base de la igualdad entre hombres y mujeres verificada sobre todo en participación política y económica en el mercado laboral, así como el respeto de los derechos de la mujer y su no discriminación en ninguna esfera social.

La equidad se asocia a una perspectiva de género que debe ser transversal en todas las políticas públicas para eliminar el determinismo biológico en la situación social de las mujeres como tradicionalmente lo plantearon los enfoques de los estudios de género, popularizados en el contexto anglosajón como “Gender Studies”.

Educar con perspectiva de género no puede ser adoctrinamiento, implica lograr que los niños, niñas y adolescentes aprendan e interioricen el concepto de igualdad, el respeto y el valor que tiene toda persona, independientemente de si su sexo es masculino o femenino.

También que lleve a extirpar de raíz el lastre de la sociedad patriarcal que cosifica a la mujer, por ser mujer, y la postra a la marginación y la invisibiliza.

Incluir la perspectiva de género en todas las políticas públicas es un asunto de protección de derechos, no de ideología o de modismo que desnaturalizan al ser humano.

De ahí la necesidad de un consenso y amplia discusión sobre el contenido de la política de género en la educación dominicana que incluya a toda la comunidad que participa en el proceso enseñanza aprendizaje, es decir, a los funcionarios y técnicos, padres, docentes, estudiantes y a la sociedad en su conjunto, porque, juntos, es como podemos avanzar más y mejor.



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