Tal y como indicaban los pronósticos en las encuestas, es un hecho que la extrema derecha gobernará el quinto país más grande del mundo (Brasil), para muchos parece como si fuera sacado de una película de terror, para otros representa “el cambio”. El presidente electo resulta ser tan querido como odiado, pero lo cierto es que Jair Bolsonaro del Partido Social Liberal (PSL), será el nuevo inquilino del Palácio do Planalto (sede de la Presidencia de Brasil).
Si estudiamos los discursos del presidente de Estados Unidos y su forma de actuar, como dijimos en nuestro artículo anterior, “a Bolsonaro lo podemos ver como una especie de (Donald Trump en Brasil)”, tanto así, que el recién presidente electo brasileño, durante la campaña electoral ha copiado la forma de comunicación vía Twitter que utiliza Trump para amenazar y atacar a sus opositores y a los medios de comunicación. Recientemente desde su cuenta en la citada red social, arremetió contra el periódico brasileño Folha de S. Paulo, al que le advirtió que “su buena vida se va a acabar…”
Analizando los resultados electorales desde la línea de la geopolítica, percibimos que con el triunfo de Bolsonaro no solo se esperan fuertes medidas de cambios, desafíos y grandes consecuencias para Brasil, sino también para el resto de los países de América con los que la citada potencia del Sur mantiene acuerdos importantes en materia de comercio y cooperación al desarrollo, ya que cuenta con una de las mayores reservas de petróleo del mundo.
Por otra parte, tenemos que reconocer que las redes sociales y las fake news han jugado un papel importante durante la campaña electoral en Brasil, un estudio del periódico Folha de S. Paulo, reveló que el 97% de las noticias que compartían los simpatizantes de Bolsonaro a través de WhatApp fueron falsas o sacada de su contexto real, dichas publicaciones iban en detrimento de su principal opositor, Fernando Haddad, candidato del Partido de los Trabajadores (PT) y sucesor del expresidente Lula da Silva.
Nos atrevemos a decir que a nivel internacional vivimos en un tiempo de absoluto desequilibro político y social, donde reina la postverdad, el sensacionalismo y los discursos populistas. Después de la victoria de Donald Trump en Estados Unidos, el Brexit (salida del Reino Unido de la Unión Europa), el no al acuerdo de paz entre el Gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el preocupante y ágil ascenso de la ultraderecha en Europa etc., no deberíamos sorprendernos que de un ultraderechista, exmilitar, machista, racista, homófobo y admirador de la dictadura en Brasil se haya alzado con el triunfo en segunda vuelta electoral con más del 55% de los votos de las elecciones presidenciales, más bien debería preocupar un poco más a la clase política tradicional. Se tiene que reflexionar ¿qué se haciendo mal?, ¿en qué se está convirtiendo al electorado…? Las respuestas claro que las tienen, pero como dice un refrán popular, “del dicho al hecho hay mucho trecho”, y es mucho el trabajo que se tiene que hacer para llevar al mundo por otro rumbo, poner fin a la época del desacierto y recuperar la confianza ciudadana, es el gran reto que tienen los partidos políticos tradicionales, ahí lo dejo…
Después de los funestos resultados electorales, solo nos queda desearle ¡suerte al pueblo brasileño!