Las relaciones dominico-estadounidenses se mueven de manera distinta en diversos niveles y canales, desde la excelente relación comercial y de negocios entre los respectivos sectores privados y la estrecha colaboración en el combate al tráfico de drogas, hasta las aparentemente insalvables diferencias sobre cómo defendemos nuestro interés nacional y seguridad fronteriza ante la disolución de Haití.
Washington desea que acojamos refugiados y que cesen las deportaciones de inmigrantes ilegales. Este jueves el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) anunció orgullosamente que en los últimos 90 días Estados Unidos ha deportado casi 150,000 migrantes que cruzaron ilegalmente la frontera con México.
Un vocero del NHS dijo que continuarán deportando a quienes entren irregularmente, “imponiendo consecuencias a quienes no tienen una base legal” para estar en Estados Unidos.
Se me ocurre que, como no nos entendemos con el Departamento de Estado, quizás con la moderna diplomacia podríamos imitarlos en cómo saltan la Cancillería y solicitar al DHS ayuda y asesoría para alcanzar tanta eficiencia en su patriótica tarea, que los dominicanos admiramos y, como tantas otras maravillas gringas, quizás envidiamos