Luego de la llegada de la Covid-19 a nuestras vidas, a todos y cada uno de nosotros, unos más que otros, nos ha tocado lidiar con la incertidumbre, tristeza y pánico.
Estos tres jinetes del Apocalipsis han tratado de minar nuestro entusiasmo, esperanza y fe de todas las maneras posibles y, en muchas ocasiones, han ganado muchas batallas.
En estos momentos ya no vemos tan seguido en las redes sociales expresiones como “bienvenido noviembre, sorpréndeme” o “es viernes y el cuerpo lo sabe”, muy comunes tiempo atrás como una rutina que brindaba alegría y deseos de recibir y dar cosas buenas.
Hoy la palabra “sorpréndeme” está estigmatizada. Nadie quiere más sorpresas este 2020 y hasta se dice “medio en broma, medio en serio” que “a nadie se le ocurra pedirle al 2021 que nos sorprenda”. Y es que en verdad, nos acercamos al fin de año, todavía envuelto en una nebulosa, cargando una carreta un poco pesada.
Sin embargo, como bien escribió Eugene D’Ors, “no hay en el mundo peor bancarrota que la del hombre que ha perdido su entusiasmo”.
Y es bueno recordar, entender, asumir y poner en práctica la idea de que “los desafíos son más estimulantes cuando se afrontan con entusiasmo”. No le tengamos miedo al mañana, pues este se construye con nuestro presente. Lo que hacemos hoy y cómo lo hacemos es lo que nos lleva al futuro que queremos.
Sin importar lo que tengamos que afrontar hoy, tenemos la opción y oportunidad de agregar chispa a la determinación de superarlo. Parte de la tristeza y el fracaso que vive mucha gente está vinculada a la falta de entusiasmo en lo que hace, lo que tiene o lo que le rodea.
Tal vez pensarán que teorizar sobre el entusiasmo es fácil, como lo estoy haciendo hoy en esta columna, y que lo difícil es ponerlo en práctica. Los que me conocen saben que estas palabras no son solo teorías, son el resultado de una serie de decisiones, aprendizajes y vivencias que me han permitido ser flexible, aceptar lo que no puedo cambiar y transformar y aprovechar lo que sí puedo.
Para nada es sencillo, pero tampoco tengo miedo. Sé que puedo caer, y también sé que puedo levantarme. Lo he hecho muchas veces y lo seguiré haciendo. Y espero que todos ustedes se den la oportunidad de ser optimistas y flexibles. Permítanse entusiasmarse con su vida y entusiasmar a otros para vencer las dificultades.