Berlín, Alemania.-Encontrarme con Alanna Lockward (periodista, bailarina, curadora de arte) en algún punto de Berlín tiene ya de por sí la compensación grata de esta breve reunión. Instructiva conversación que el tiempo consume con rapidez.
Alanna está pletórica, debido al lanzamiento de su último libro en Santo Domingo, “Un Haití dominicano. Tatuajes, fantasmas y narrativas bilaterales”, compendio de artículos y reportajes realizados con mucho tino.
P. Eres una mujer polifacética y sin límites en tu quehacer profesional, ¿dentro de las áreas que exploras y trabajas en cuál te sientes más identificada?
A.L. Gracias por lo de “sin límites”. Tengo un horizonte muy amplio de intereses, una gran curiosidad, pero en mi quehacer profesional creo que he sido bastante sistemática y “limitada” dentro de lo que cabe. Fui bailarina profesional por dieciocho años y sigo entrenándome en ballet clásico.
Puedo dejar de leer, escribir o conceptualizar eventos de arte y me quedo tan tranquila, pero si dejo de bailar, me hundo.
P. Muchos años residiendo fuera del país te ha dado otro enfoque de la situación en cuanto a ciertos temas, ¿cómo ves actualmente la nación?
A.L. Estoy como todo el mundo oscilando entre la incredulidad y el optimismo, entre la desazón, las lágrimas y la ilusión. Y digo como todo el mundo porque hace tiempo que decidí que “mi” país, “nuestra” isla son las personas con las que sueño espiritual e intelectualmente.
P. Hace unos meses estuviste presentando en distintos lugares tu novela “Marassá y la nada”, ¿qué puedes contarme de este libro?
A.L. Me senté a escribir esta narrativa por cuatro meses seguidos. Era 2004, recién llegada a Berlín, reinventándome por enésima vez, y este ejercicio me salvó la vida, además del ballet.
Mi intención primordial fue hacer un paralelismo entre la frustración e impotencia ante el fatalismo de nuestras relaciones con Haití.
P. En tu reciente libro “Un Haití dominicano. Tatuajes, fantasmas y narrativasbilaterales (1994-2014)” hay una cita de George A. Lockward Stamers :
“Es hora de que cambiemos nuestra política en tal respecto y aceptemos la incontrovertible realidad de que son dominicanos los niños nacidos en territorio nacional”, ¿cómo evalúas el proceso de nacionalización en el país?
A.L. Gracias por citar a mi abuelo, don Yoryi, un gran amante de la cultura y el pueblo haitiano. Sigo muy de cerca los pasos que se están dando para aminorar el daño irreparable de la sentencia 168/13, cuyos efectos radioactivos son insoslayables.
Se tiene una visibilidad y una legitimación que antes sólo se la dejábamos a Sonia Pierre y a Dios que reparta suerte.
Como sabes, me he declarado “haitiana epistémica y dominicana en tránsito”, con lo cual mi visión de mi papel en esta historia se ha radicalizado aún más.
P. ¿Cómo fue el proceso de concepción y organización de “Un Haití dominicano. Tatuajes fantasmas y narrativas bilaterales”?
A.L. Fui empujada por Miguel de Mena. Todavía más, Miguelín se ocupó él mismo de escanear y digitalizar la inmensa mayoría de estos trabajos ya publicados.
Con la certeza que da el tiempo transcurrido, puedo asegurarte que la época más feliz de mi vida fue cuando los realicé en el “Listín Diario”.
P. Siempre abordamos los mismo temas cuando hablamos de Haití: comercio, ese miedo intrínseco del dominicano desconocedor de la idiosincrasia haitiana, el racismo de muchos, la negación de que somos afro descendientes, ¿cómo es posible que estemos como sociedad debatiendo estos temas en vez de aunar esfuerzos como nación bicéfala (metáfora)?
A.L. En términos estrictamente geopolíticos se trata de dos isla-naciones.
En la realidad simbiótica que describo en mi novela y en este último libro, siempre hemos sido “Marassá”, es decir, una isla-nación bicéfala.
La negación de la afro descendencia es un tema fundamental en mi libro. Como mencioné anteriormente, y lo digo así en la introducción a “Un Haití dominicano”, he creado mi propia geometría (sagrada) domínico-haitiana.
P. ¿Echas la culpa de la situación socioeconómica y política haitiana al “olvido” de los países que han debido preocuparse más y organismos internacionales?
A.L. En un ensayo de Silvio Torres-Saillant titulado “El antihaitianismo como ideología occidental” y en lo que le sobra razón a Silvio es que el anti-haitianismo estadounidense ha sido el más virulento de todos.
Haití, al contrario de lo que se piensa, ha estado muy pero muy presente en el silencio con el que se ha (mal) construido su legado imponderable. Ha sido el terror del capitalismo.
Más bien de un decir y un hacer de destrucción a distancia, y a veces con invasiones y ocupaciones directas, de esa Primera República Negra.
El último país en reconocer la independencia de Haití fueron los Estados Unidos, en 1862, y 53 años más tarde invadieron y ocuparon Haití por 19 años. El más ferviente anti-haitiano de todos fue Thomas Jefferson.
P. ¿Dónde los interesados en el país pueden adquirir “Un Haití dominicano. Tatuajes, fantasmas y narrativas bilaterales”?
A.L. El libro está a la venta en Cuesta Centro del Libro y puede adquirirse en Editorial Santuario. editorialsantuario@gmail.com.