Entre sombrillas y sonrisas: la calle Hermanas Mirabal, el corazón turístico de Jarabacoa

En Jarabacoa, la calle Hermanas Mirabal se ha transformado en un colorido paseo turístico que combina tradición, sabor y calidez. Bajo sombrillas multicolores y entre aromas de café artesanal y helado criollo, este rincón invita a caminar lento, saborear la vida y sentirse parte del alma del pueblo.
Jarabacoa, conocida como “donde siempre es primavera”, es uno de esos lugares que hechizan al visitante. Ubicado en el corazón de la Cordillera Central, este municipio de la provincia de La Vega es un refugio natural con clima fresco todo el año, ríos cristalinos, montañas cubiertas de pinos y una cultura acogedora que late en cada esquina.
Pero hay una calle que se ha convertido en el alma turística del pueblo: la calle Hermanas Mirabal.

Basta caminar unos metros por esta vía para sentir que el tiempo se desacelera. Las sombrillas multicolores suspendidas en el aire ofrecen sombra a los transeúntes mientras transforman el cielo en una obra de arte.
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El equipo del Periódico El Día se fundió con el bullicio típico de una zona turística que para nada abruma; al contrario, se funde con la música suave que brota de cafeterías y altavoces callejeros, con el aroma a café recién colado y con las risas que flotan entre las mesas.

Un paseo de sabor, color y sonrisas
La calle Hermanas Mirabal es, al mismo tiempo, una postal viva y un corredor gastronómico. Entre sus joyas destacan dos paradas obligatorias: Café Colao y Helados Ivon.
“Bienvenidos a Café Colao, donde descubrirás el corazón de Jarabacoa en una taza”, reza el cartel en su entrada, pero más allá de la frase comercial, es un reflejo fiel del ambiente que se respira adentro.

Decorado con elementos tradicionales dominicanos, este café se ha convertido en un punto de encuentro entre turistas, locales y mochileros que buscan no solo un café, sino una experiencia.
“Aquí no solo se sirve café… se sirve alegría, se respira cariño y se vive sabrosura con cada sorbo”, dicen con orgullo los meseros que con una sonrisa cálida atiende a los visitantes.

Justo al lado, otro ícono local llama la atención por la fila constante de personas que esperan con paciencia: Helados Ivon.

Con precios populares y una variedad de sabores artesanales servidos en vasitos plásticos, estos helados son más que un postre; son una tradición.
“Ya los había comido en Santo Domingo, pero reconozco que hay una magia en comerlos aquí”, comenta Yudy, una joven que llegó desde San Cristóbal con un grupo de amigos para un partido amistoso de fútbol, y no quiso perderse la caminata por la famosa calle.

Un desfile de colores y emociones
Los fines de semana, la calle Hermanas Mirabal se transforma en una pasarela natural.
Familias enteras, parejas, grupos de amigos y hasta mochileros solitarios pasean entre los locales decorados con flores, lámparas de papel y grafitis que celebran la cultura dominicana.
El desfile incluye bicicletas, pasolas eléctricas, four wheels y guaguas turísticas decorada con llamativas flores que se estacionan para permitir que sus pasajeros se integren al ambiente.
Muchos como Yudy aprovechan las plataformas cubiertas de alfombra verde simulando grama para tomarse fotos.

Algunas chicas posan con sombrillas decorativas, otros suben con una greca de cafécomo accesorio pintoresco.
Las parejas se abrazan, los niños saltan y los solitarios sonríen ante la cámara de su celular, inmortalizando un momento que será compartido en redes sociales.
Entre risas y nostalgias
“Esto no solo es bonito y limpio; las mujeres son tan bellas como las flores que adornan la calle”, bromea un visitante que observa desde un pequeño bar.

Y es que más allá del atractivo turístico, la calle tiene alma. No es raro ver a los jóvenes que trabajan en Helados Ivon saludar a los clientes habituales. “¿De qué lo quieres?”, preguntan desde la ventanilla de madera con una sonrisa que llega hasta sus ojos. Esa calidez también es parte del encanto.
Una calle con esencia dominicana
Jarabacoa ha sabido combinar su belleza natural con la vida urbana sin perder su esencia. La calle Hermanas Mirabal es un reflejo de eso.
Aquí, el respeto por la naturaleza se mezcla con la creatividad del comercio local. Cada mural, cada rincón decorado, cada banco bajo una sombrilla tiene una historia. Y cada visitante se convierte, por un rato, en parte de esa historia.

Quien camina por esta calle no solo se lleva fotos hermosas, sino también una sensación de pertenencia. Jarabacoa no es solo un destino turístico: es un lugar donde se vive despacio y con alegría.
Y si el corazón del pueblo late en algún lugar, sin duda lo hace entre las sombrillas, los sabores y las sonrisas de la calle Hermanas Mirabal.