La contienda electoral se avecina, los estrategas y asesores comienzan a disponer de todos los recursos habidos y por haber en aras de conseguir los votos para que su candidato sea el que se alce con la ñoña (banda presidencial).
Si bien, algunos países del área han avanzado mucho en cuanto a «marketing político» se refiere, parece que en el nuestro aún estamos en pañales, solo habría que salir a las calles para ver por doquier las costosas vallas y los «coloridos afiches».
Cuando falta poco más de un año para la celebración de las elecciones, ciudades como Santiago y San Cristóbal han sido tapizadas de afiches, llevando la delantera los candidatos del oficialismo, algunos de oposición intentan caerle atrás pero no disponen de los mismos recursos económicos.
La gastronomía y la política
Parece que el elemento innovador en la próximas elecciones será el gastronómico, pero no como siempre se ha utilizado, repartiendo pica pollos, salami o algún locrio mal cocinao para «embullar» a los electores. El tema ahora adquiere nuevos sabores; prepararles platos populares a candidatos enseñoreados, parece que será una estrategía mercadológica para mostrarles a los votantes que estos señores por distantes que se vean, comen y beben lo mismo que ellos y que son humildes.
Ya hace par de meses vimos al flamante expresidente del Senado, Reinaldo Pared, adjudicarse su yaniqueque a lo «Boca Chica Beach» y en los últimos días es el presidente del PLD, quien recurre a la misma técnica; primero en Villa Mella bajandose un plato de chicharrón y luego en San Pedro de Macorís, con uno similar de domplines.
Válido es preguntarse, participarán en algún certamen gastronómico o en las elecciones para escoger al presidente de la República? ¿Quién ha dicho que comer un platillo x o y te hace menos presuntuoso? comer un día y con ánimo de viralizar una foto, un plato que la mayoría come por necesidad y no porque tengan opciones, no les hace humildes. Desde el poder los señores de «el nuevo camino» (su viejo eslogan) mostraron quienes son en realidad.
El refranero popular es tan rico como nuestra gastronomía y uno de los más populares reza: «Te conozco bacalao, aunque vengas disfrazao».