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Entorno laboral tóxico drena la salud mental de empleados

Erika Rodríguez Por Erika Rodríguez

SANTO DOMINGO.- La ansiedad, la depresión, el estrés y la desmotivación, son trastornos emocionales que se han incrementado en todos los estamentos de la sociedad, una realidad palpable de la que expertos de todo el mundo hacían referencias cinco años atrás, cuando el mundo fue sacudido por la pandemia de la Covid-19, alertando a qué aún después de superarla y sobrevivir a ella, esos efectos tendrían un impacto a largo plazo en la población mundial.

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Esas recomendaciones siguen vigentes, pues las estadísticas de personas afectadas por la salud mental no son halagüeñas. Un entorno laboral cargado, donde el estrés, las rutinas agotadoras y competencias van en desmedro de los empleados, impacta negativamente su productividad, el clima laboral y su satisfacción, influyendo en la salud física, emocional y el aumento del riesgo de accidentes laborales.

Para tener una visión clara y precisa de la salud emocional de los equipos, Health Trends 2024 y People Risk 2024, realizó un estudio sobre la gestión de la salud mental en las organizaciones, elaborados por Mercer Marsh Beneficios, el cual destaca que, aunque el 66% de las empresas en Latinoamérica y el Caribe asegura tener programas dedicados al bienestar emocional, solo el 52% ofrece formación adecuada en estas áreas. Esta desconexión resalta la necesidad urgente de transformar las políticas existentes en un compromiso auténtico y estructural.

En un contexto laboral cada vez más demandante, la salud mental de los empleados se ha convertido en un factor clave para la sostenibilidad empresarial. Sin embargo, las empresas aún enfrentan retos significativos al tratar de traducir su discurso sobre bienestar emocional en acciones concretas.

En este contexto, el acceso a servicios de salud mental sigue siendo un desafío importante. De acuerdo a Ariel Almánzar, líder Regional de Workforce Health para Latinoamérica y el Caribe en Mercer Marsh Beneficios, el 56% de los aseguradores en la región no cubren la salud mental de niños, adolescentes y familias, mientras que el 42% no han ajustado deducibles y copagos para mitigar los efectos de la inflación.

Almánzar explica que estas barreras económicas dificultan el acceso a los tratamientos que los empleados requieren, lo que, a su vez, impacta directamente en la productividad y en la retención del talento agregando: “Aunque muchas empresas han comenzado a implementar programas de salud mental, como talleres ocasionales de mindfulness o charlas de motivación; no basta con sesiones esporádicas si la cultura laboral sigue promoviendo la sobrecarga de trabajo. Estas iniciativas pueden ser útiles, pero deben ser parte de un enfoque más amplio y sostenido”.

Liderazgo tóxico

Por otro lado, expresa que las aplicaciones de meditación no pueden suplir un liderazgo tóxico ni un ambiente laboral poco saludable. Las herramientas digitales deben ser un complemento a un entorno que verdaderamente promueva el bienestar. Ofrecer terapia con limitaciones en el número de sesiones o largos tiempos de espera refuerza el estigma y la falta de acceso real. Es clave que los empleados puedan acceder a la ayuda que necesitan de manera inmediata y sin barreras.

“O, por ejemplo, un desayuno saludable no soluciona jornadas extenuantes ni falta de apoyo emocional en el día a día. Las iniciativas deben ser continuas y estar integradas en la cultura organizacional”, enfatizó Almánzar.

El informe también señala que el 36% de los empleados considera que la falta de liderazgo efectivo es un factor que afecta su bienestar, generando entornos laborales tóxicos que conducen al estrés y al agotamiento. Para combatir este problema, Almánzar insiste en que los líderes deben asumir la responsabilidad de fomentar una cultura de salud mental, con un enfoque en el equilibrio y el cuidado de los equipos.

Además, destaca que las empresas que implementan políticas integrales de salud mental no solo fomentan un ambiente de confianza y seguridad psicológica, sino que también mejoran la competitividad, la productividad y la satisfacción general de sus empleados. “El compromiso real con la salud mental es un activo estratégico que puede mejorar significativamente el rendimiento organizacional”, concluyó Almánzar.

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