Siempre he estado preocupado por la falta de la enseñanza de la moral y cívica en las escuelas.
Entiendo que ante el auge de los hechos delictivos, esta materia debe ser retomada en los centros educativos públicos y privados, ya que sirve para despertar la conciencia en los alumnos sobre las cosas buenas y las cosas malas.
Además, entiendo como una iniciativa atinada que, desde el Tribunal Constitucional, se impulse la enseñanza de la carta magna.
Es obligación de las autoridades y de los padres de familias que los ciudadanos, no importa las edades, asumen con responsabilidad sus deberes ante el país, pero desde el Estado hay derechos que deben respetar.
Se hace una extensa inversión en acciones contra la delincuencia y la violencia, pero es tiempo que desde el Gobierno -no importa el partido de turno- se asuma la misión de reenfocar la enseñanza de los valores y así se puedan formar niños con conciencia y disciplina ante las leyes y la sociedad.
Pueden haber múltiples factores que expliquen la inseguridad y la delincuencia, pero mayormente me preocupa la desunión familia, como el principal núcleo de la sociedad. Es cada día más visible el irrespeto de los hijos hacia los padres y, también, entre los demás miembros de la familia.
Es bueno que también se promueva la enseñanza de la Biblia, como la fuente de sabiduría. En Éxodo 20:12 se expresa claramente: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da”. Sin embargo, el respeto de los hijos es necesario ser ganado con el ejemplo, de ahí que los padres estamos obligados a ser luces en el camino de nuestros descendientes, inclusive después de la muerte en esta tierra.
Los hijos, sin embargo, deben saber de su responsabilidad ante sus padres.
La Biblia lo indica claro Efesios 6: 1-4: “Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa, para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. Y vosotros, padres, no provoquéis ira a vuestros hijos; sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor”.
Cada día me convenzo de que los valores deben enseñarse desde el primer nivel de la enseñanza pública y privada, para crear y tener nuevos ciudadanos.