España.-La salud lo apartó de los escenarios hace ya más de dos años. El sueño de aquella gira de despedida se esfumó para Enrique Bunbury, qué paradoja, tras varias noches sin dormir.
Esa tos persistente que le impedía descansar lo obsesionó, esa incertidumbre, la sensación de no saber nunca si iba a poder terminar el show del día siguiente le provocó una mezcla de tristeza y hartazgo que precipitó la decisión: se acabó la gira. Se acabaron todas las giras, de hecho.
El directo sería la excepción y no la norma. El hombre que había vivido sobre el escenario se veía, de repente, apartado de él.
El artista que se había alimentado de los aplausos y del coro del público se encerró en el estudio. Pero la necesidad de comunicarse con sus seguidores seguía ahí.
Ahora en una entrevista exclusiva con el periódico El Mundo de España, el artista habla de todo lo que ha pasado en su vida.
¿Cómo fue tomar la decisión que no habría más giras?
Llegó un momento en que sentí hartazgo respecto a proyectarme encima de un escenario, cada vez me costaba más. Así que esa ruptura llegó de alguna forma como una liberación.
Pasé por todos los sentimientos, por supuesto, también por la tristeza, pero llegó la asimilación: afortunadamente, puedo seguir componiendo canciones, puedo grabar discos. Una vez que lo acepté empecé a descubrir nuevas posibilidades creativas. De todas las crisis surgen oportunidades, ¿no? Soy optimista por naturaleza, me gusta ver el lado bueno.
¿Y qué sintió al volver al directo en esos reducidos a shows únicos?
Por muchos ensayos que realizáramos sabíamos que el primer concierto iba a ser muy emocionante. Cuando terminó, nos abrazamos en el camerino. Estábamos de vuelta.
¿Qué le ha aportado esa conversación con sus fans que recoge ahora en La carta?
Tener que expresar por escrito tu propio discurso, repensarlo y reestructurarlo te hace ver las fallas de tu propia narrativa.
Descubrí que lo que más me gustaba no era responder a los halagos sino a las críticas, a las cartas más duras. Me ha parecido la mejor de las experiencias porque nos movemos siempre en un entorno amable, no estamos acostumbrados a confrontar ideas, a argumentar frente a quien no piensa igual que nosotros, y es fascinante y necesario.
¿Cómo vive esa relación constante con el público un artista que nació en un entorno mucho más regulado?
Yo entiendo que tienen sus bondades, pero me parece que estar excesivamente atentos a la opinión de todos todo el rato nos distrae de escucharnos a nosotros mismos, que es de donde tiene que surgir una nueva obra.
Yo personalmente no tengo redes ni en mi móvil ni en mi ordenador.
Las utilizo sólo de forma profesional. En mis perfiles se puede encontrar qué es lo que hago, pero si quieres saber qué he desayunado esta mañana no lo encontrarás ahí.
¿Suena todo a más de lo mismo?
Ahora mismo hay una variedad enorme, hay cantidad de géneros de los que no oímos ni una sola canción. Y no es ya la radio, sino las playlist de las plataformas de streaming, todo consiste en dejar que sea otro el que decida qué música escuchas en lugar de preguntarte tú mismo qué es lo que quieres.
Cantante
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El artista vuelca su lado más íntimo en La carta, un libro que recoge nueve meses de intercambio epistolar con sus fans. La carta (ed. Liburuak), es un librito que bucea en el lado más íntimo de Enrique Bun