Ante tantas promesas políticas incumplidas y traiciones de toda índole, al pueblo dominicano no le queda más que asumir su propio destino, creando conciencia de su realidad, su porvenir, sus intereses, en fin, empoderarse.
Estos señalamientos parecen un juego de palabras porque es bien sabido que un pueblo sin conductor, ya sea un partido político o un líder, es prácticamente imposible alcanzar sus más anhelados objetivos.
Como dicen los campesinos “en lo que el hacha va y viene descansa el palo”, lo que quiere decir que en lo que llega el partido o líder mesiánico, la población debe forjar sus propias decisiones, como ocurrió recientemente con la convocatoria del A-9 y otras que irán surgiendo en base a la creatividad e iniciativas individuales o grupales.
La posibilidad de llevar al poder del estado en las próximas elecciones un gobierno patriótico y popular se corresponde con los deseos y aspiraciones del pueblo dominicano, que pretende cambios significativos en el accionar político, que mejoren su situación económica, de salud, vivienda, educación; y que en cuanto al país, se establezca un pare al entreguismo de nuestros recursos auríferos a las transnacionales, se preserve nuestra fauna y flora endógena, las cuencas hidrográficas, los arrecifes de coral, se reduzca a su mínima expresión la delincuencia común y la inseguridad ciudadana, males, que entre otros, están a la orden del día.
El gobierno del PLD va a continuar con su política de hipotecar el país al mejor postor, con préstamos que ni nuestros tataranietos tendrán capacidad de pagar; con su escalada de corrupción e impunidad; con sus sueldos millonarios a funcionarios del gobierno que deben avergonzarse ante tal monstruosidad; de despilfarro de los recursos del estado; de seguir hundiendo a los productores nacionales ante la competencia de productos extranjeros libres de impuestos, y afectando nuestra soberanía alimentaria; la falta de empleos para los sectores desposeídos; con un narcotráfico institucionalizado.
Trabajar para sacar al PLD del poder es lo más conveniente para el país, y facilitarle ese espacio a otras fuerzas políticas, que de proponérselo, pueden encaminar la nación por otros senderos que nieguen las prácticas indecentes del comité político de un partido que ha envilecido el panorama político nacional.