“En un viaje de mi padre remodelé el colmado para convertirlo en un autoservicio”

“En un viaje de mi padre remodelé el colmado para convertirlo en un autoservicio”

“En un viaje de  mi padre remodelé el colmado para convertirlo en un autoservicio”

González Corripio es tímido, pero de carácter decidido. Aún recorre las tiendas del Centro Cuesta para hablar con los clientes y los empleados. ELIESER TAPIA

SANTO DOMINGO.-Con libreta y bolígrafo en mano y desde las 7:30 a. m., José Manuel González Corripio visita diariamente las tiendas que integran Centro Cuesta Nacional, conversa con empleados y clientes y prepara una lista sugerente.

“Cada vez tengo menos incidencia —dice en tono sonriente, pero satisfecho— y me siento orgulloso de que sea así, porque trabajé para eso y confío en mis hijos”.

Esto hijos se vieron involucrados desde muy temprana edad en el Supermercado Nacional de la Av. 27 de Febrero.
Primero como empacadores, luego como cajeros, hasta ir adquiriendo la experiencia y madurez para ocupar posiciones de mayor importancia.

Los inicios
La historia de la familia de González Corripio en República Dominicana se inició en 1931 cuando su padre, Manuel González Cuesta, llegó al país desde España tras ser reclamado (así se le llamaba entonces al procedimiento) por su cuñado Manuel Corripio.

González Cuesta trabajó junto a Manuel y Ramón Corripio desde 1931 y hasta 1935, cuando decidió independizarse instalando un colmado en la calle Mercedes.

Tres años después, y habiendo cumplido ya siete años de edad, llegó González Corripio junto a su madre, Mercedes Corripio, al país.

“Eran los finales de la guerra civil española. Salimos de Portugal a Lisboa y de Lisboa a La Habana y de La Habana hasta llegar a Santo Domingo, porque no había viajes directos”, refiere.

Período en España
Sus memorias de la época le conducen a declarar el periodo que vivió en España como difícil, el cual pasó en compañía de sus abuelos paternos. “Cuando venían los aviones de un bando, mi abuelo subía la bandera y cuando era un bando distinto la bajaba. Pese a eso nos bombardeaban y pasamos muchas necesidades”, relata.

Cuando deciden salir de España tienen que viajar hasta Portugal para de ahí tomar el barco en el que vendrían a Santo Domingo. No pudieron llevar dinero desde España porque estaba prohibido, por lo que tuvieron que hacer el viaje a Portugal sin nada en los bolsillos.

A Santo Domingo viajó en tercera clase porque no había una cuarta. En el trayecto se agotó el agua potable y debieron beber del retrete.

Unos 15 días tardaron en llegar a Cuba, una escala del barco, y dos días más para terminar la travesía a Santo Domingo.

No conocía a su padre porque este emigró cuando todavía él estaba en el vientre.

Cuenta que al llegar a Santo Domingo, en el puerto, todos se acercaron a la baranda del barco y desde allí su madre le señaló a su padre. “Ese del sombrero es tu papá”, le dijo su madre.

Cuenta que cuando bajó del barco se abrazó a su padre y experimentó un sentimiento extraño. Tenía siete años de edad. Aún recuerda algunos de esos compañeros de viaje. El cambio de ambiente al llegar a Santo Domingo le pareció relajante.

Primeros Reyes
“Para mí aquí todo era una novedad muy grande. Todo era alegría con la familia que teníamos aquí. Ese primer día de Reyes me regalaron cosas que no conocía: patinetas, bicicletas, etc. “En España para Reyes lo que recibíamos eran frutas de la huerta”, comenta.

Su naturaleza tímida y reservada se la atribuye a lo vivido en sus primeros años en España.
“Todas las actividades se realizaban con temor y muchas veces, ni siquiera se podía salir de casa”, algo diametralmente opuesto a la costumbre imperante en el país, pese a tratarse de los primeros años de la tiranía trujillista.

Innovación
González Corripio hizo de monaguillo de la iglesia Las Mercedes, estudió en el colegio La Salle y en el instituto Escuela, pero reconoce que la mayor parte del tiempo la dedicó al trabajo. Luego de agotar el horario escolar, se iba al colmado que había abierto su padre en la calle Las Mercedes y permanecía allí hasta las seis o siete de la noche.

Según crecía, empezó poco a poco a atribuirse tareas no asignadas que, a la postre, terminaron por beneficiarles a todos.
Por ejemplo, para el año 1954 en ocasión de una visita que girara su padre a España, desmontó el mostrador del colmado e implementó el autoservicio.

“En Puerto Rico había visto algunos negocios así; cambié la puerta, puse cristales, el piso era de cemento, le puse cerámica. Pensé que cuando papá llegara me iba a regañar pero no, fue muy bien recibido. Las ventas aumentaron un 25 % y el sector acogió el cambio”.

Formar familia
La timidez de González Corripio desaparece en los momentos en los que se requiere arrojo. Por ejemplo, al conocer a María Isabel Cuadra. “Ya me habían hablado de ella”. Un baile marcó el inicio de un matrimonio que ya va por seis décadas.

La familia

1963 Año en que conoció a esposa
María Isabel, con quien procreó a José Miguel, Alejandro, Isabel y José Manuel.