En República Dominicana se producen acontecimientos de tal magnitud que estremecen, sin embargo, a los pocos días nadie los recuerda, parece que les pasan un rodillo por el cerebro , porque los aplastan sin misericordia.
¿Se podría afirmar, sin temor a equívocos, que estamos ante una sociedad que viene sufriendo de un alzheimer muy avanzado?
No es posible que tras años de reclamos para que mejoren servicios básicos y fundamentales, cuando se logra un paso adelante, a los pocos días se dan dos o tres de reversa.
Aquí se han librado batallas titánicas en diversos sectores en pro de obtener resultados que beneficien a la gran mayoría, empero, esos mismos que aparentaban estar al lado de los mejores intereses se retiran o se retractan al poco tiempo. Estamos ante una sociedad sumamente compleja, sin objetivos claros y definidos.
Se es sumiso, además, porque los resultados de las luchas que libra la mayoría los cosecha un grupito de oportunistas.
Es por ello que a nadie le debe asombrar el pesimismo que históricamente ha desarrollado el dominicano. Esto tiene que cambiar, pero ¿cuándo será? ¿Quién tomará la antorcha en momentos en que al parecer la llama no tiene quien la encienda?
Los deportes no escapan en lo más mínimo a esta penosa realidad, porque el oportunismo es un emblema que está dando visos de durabilidad.