Es lo que pregunta Mario Vargas Llosa en “Conversación en la Catedral” sobre el Perú, y que ahora nos toca preguntarnos a nosotros como país, tras una virulenta cadena de malos ejemplos y de escarnios sociales muy graves.
Decir que los ciudadanos son los que cometen delitos es innecesario, son los políticos en la forma de autoridades, funcionarios u oficiales militares y policiales de alto rango de los que hay que cuidarse.
Decir que el país se jodió al fracasar la esperada reforma agraria y la industria azucarera, entonces los ejes principales de nuestra economía, o que fue por culpa de la penetración haitiana que ha traído en esta etapa la calamidad de la inmigración haitiana.
La culpa puede estar en el fracaso del sistema político, ahora más cadavérico que nunca, o la culpa la tiene la corrupción policial y judicial, fruto de los malos comportamientos de los políticos.
Pero la pregunta está vigente y la seguimos demandando. ¿En qué momento se jodió el país? Y aunque creamos saber la respuesta, debemos aceptar que tenemos serios problemas que aun no hemos podido resolver: en primer lugar, el tema eléctrico, a casi 100 años de padecer apagones y sufrir abusos por diversos fraudes y peligros en la seguridad de la ciudad; otro problema es la ciudad sucia por la basura.
Está el bajo nivel educativo, que se revela en los maestros y los alumnos. Se cree que en esta etapa de la política educativa esos problemas van a mejorar, pero la verdad es que será muy difícil lograrlo.
Un problema que nos ha marcado es la función policial y los roles esquivos de la justicia, que en los últimos tiempos ha generado la mayor inseguridad ciudadana.
El país se hunde en la misma proporción de todas esas irregularidades.
Somos un país de vivos, de seres individualistas. Nuestra respuesta a todos esos males es la irresponsabilidad.
Hay que ver nuestra indiferencia en el transporte público, la vida moral de una institución pública, el abuso de bebidas alcohólicas en los colmadones, el ruido de la ciudad, el incremento de asaltos y la cristalización de la violencia física, visual y política.
Pero no tenemos la culpa de no saber en qué momento se jodió el país.
Todavía si no logramos cambiar todos esos hechos y desvaríos, lo que cuenta es no permitir que los políticos se sientan ser superiores a los ciudadanos, que los electores no vuelvan a ser irrespetados.