Estudiosos de la geopolítica, politólogos, economistas, sociólogos y otros científicos sociales al analizar la crisis mundial provocada por el coronavirus ven como inminente el final del
neoliberalismo a causa de sus implicaciones en lo económico y lo social .
Otros analistas argumentan que el neoliberalismo es solo una fase del capitalismo y por consiguiente sería este el que se derrumbaría inexorablemente.
En palabras de Atilio Borón “…esta pandemia (…) ha movido las placas tectónicas del capitalismo global y ya nada podrá volver a ser como antes.”
Lo que sí parece darse como un hecho es que nuestra civilización se acerca muy rápidamente a un cambio de época.
Nos abocamos al advenimiento de un nuevo orden poscapitalista más solidario y menos individualista, generador de nuevas maneras de producir y consumir. obligando a una distribución del ingreso más justa y equitativa. Y es que ciertamente el capitalismo ha provocado una marcada degradación del medioambiente, gran desigualdad social y una concentración del ingreso bochornosa en la que el 1% de la población mundial posee más riquezas que el 99% restante.
Las políticas neoliberales tienden a convertir en mercancía toda actividad humana. Todo se
compra y se vende. Desde el agua, algo vital, hasta la salud y la educación de todos. Castigan poblaciones enteras a la miseria con sus salarios de hambre que nunca alcanzan ni para cubrir el costo de la canasta familiar, mientras los poderosos se hacen cada vez más poderosos.
Los gobiernos neoliberales son corruptos e indolentes y en contubernio con las corporaciones privatizan todo lo que pueda ser negocio y de esta forma institucionalizan el robo, siempre con la ayuda de una tecno estructura de profesionales del derecho, economistas etc que se encargan de darle “forma” al negocio.
En República Dominicana el modelo neoliberal fue instalado “por etapas”, o sea, se tomó varios periodos de gobierno para dejar montado todo el recetario. Se inicia durante el último gobierno Balaguerista mediante la apertura comercial y las modificaciones a la legislación aduanera que eliminó muchas de las barreras de nuestro comercio exterior entre otras. Una segunda etapa se implementó durante la administración perredeísta del Dr. Salvador J. Blanco, muy al estilo de lo que Naomi Klein llamó “la doctrina del Shock”, cuando se firmó el acuerdo de “facilidades ampliadas” con el FMI y el gobierno del PRD tuvo que implementar las recetas fondomonetaristas de “ajustes” económicos en áreas tan sensibles como el mercado cambiario y la tasa de interés bancaria.
Estas medidas aplicadas en forma de “paquetazo” fueron la causa de las pobladas, de triste recordación, del 23 de abril de 1984, en las que fueron asesinados más de 150 dominicanos pobres de manos del ejército y la policía nacional y que dicho sea de
paso constituyo la primera respuesta popular, de cualquier país de la región, en contra de las criminales recetas del FMI.
A pesar de estos hechos el neoliberalismo dominicano siguió su inexorable curso y en los
siguientes gobiernos balagueristas se modificó gran parte de la normativa económica vigente con la finalidad de adaptar la economía a un nuevo modelo basado en el turismo, las zonas francas y las remesas dejando atrás el de sustitución de importaciones. Será el nuevo gobierno del PLD el que inicie el proceso de privatización de las empresas públicas y profundizara aún más los mecanismos desregulatorios como en el caso de la ley de inversión extranjera y otras.
Con Hipólito Mejía continuarían las privatizaciones, las desregulaciones y se profundizará el
carácter dependiente de nuestra economía (ley seguridad social y el DR CAFTA). Los
siguientes gobiernos peledeístas del Dr. Fernández continuarían con la política del “Laissez
faire…” que culmina con el engendro legal neoliberal por excelencia: la constitución del 2010.
El nuevo gobierno del PLD de Danilo Medina recibe un modelo neoliberal en franco proceso de agotamiento (altos niveles deuda pública, de corrupción administrativa y desigualdad social con importantes déficits en los balances interno y externo) lo cual obliga a Medina a intentar reestructurarlo con medidas de corte popular, logrando conformar una variante “social-liberal” del mismo, aunque sin poder detener su tendencia hacia el agotamiento, lo cual se hace evidente en los fracasados procesos de reforma laboral y de los llamados “pactos” fiscal y eléctrico.
Es en medio de esta crisis que viene arrastrando el modelo neoliberal dominicano, que
aparece la pandemia del coronavirus, que al igual que la chikungunya, el dengue y otras
enfermedades entro “como perro por su casa” por los múltiples agujeros de un sistema de
salud pública mal herido y semi colapsado. Los niveles de infección y de mortalidad del COVID-19, uno de los más altos en la región con relación a la población, tienen como telón de fondo a un sistema de salud pública debilitado por muchos años de precariedades y restricciones presupuestarias originadas por las políticas neoliberales. De nada han servido las advertencias que por décadas han venido haciendo, tanto los dirigentes del CMD como los del colegio de enfermeras, en relación a las precariedades que en todos las áreas viene padeciendo el sistema de salud dominicano.
Los aportes presupuestarios al sector salud han sido históricamente insuficientes en grado
superlativo (en el año 2016 representaba un 2.82% del PBI decayendo hasta un 1,64% en 2019 cuando los estándares recomendados por la CEPAL, OPS y otros superan el 6% mínimo) a esto se le suma una escalada privatizadora del sector a través de apoderar a patronatos privados de los más importantes centros de salud o la de la imposición de “cuotas de recuperación” en otros. La cobertura que ofrece la seguridad social por intermediación de las ARS controladas en su mayoría por el sector financiero, dista mucho de lo que manda el art. 61 de la constitución: “El Estado debe velar por la protección de la salud de todas las personas…”,en palabras del ex presidente del CMD Dr. Wilson Roa “ es lamentable que sean los banqueros quienes pongan las reglas de juego en el sector salud y que el mismo sea manejado como un mercado…”, verdaderamente es en las manos del mercado que las autoridades dominicanas han dejado por años el derecho constitucional a la salud del pueblo dominicano.
Por esta razón es que vemos como han sufrido contagios parte del personal sanitario que lucha en los hospitales contra este mal “a mano pela”, por la carencia de cosas tan simples como una mascarilla. La insuficiente disponibilidad de pruebas para detectar la
infección ha sido la característica principal de la actuación del gobierno lo que probablemente se refleje en una subvaluación de las cifras de contagio reales.
En la misma situación de abandono se encuentra la clase trabajadora. la cual debe debatirse entre el contagio o la muerte por inanición. Solo aquellos trabajadores suspendidos (pertenecientes al sector formal) están en capacidad de recibir un bono monetario de 8500 pesos al mes, el resto (la inmensa mayoría compuesta por trabajadores “informales”) permanecen a merced de una pírrica provisión de “alimentos” (fundita) repartida de forma irregular por el gobierno. La clientela cautiva de las transferencias condicionadas (tarjeta solidaridad, bono luz etc) reciben un “bono” extra de 5000 pesos mensuales. Con qué fondos se financian estos programas? Básicamente con fondos del propio gobierno, es decir, del mismo pueblo dominicano {12 mil M aportes BC, 150 M IDOPPRIL y algunas donaciones, o sea, el gran capital quienes más pueden, no ha sido tocado “ni con el pétalo de una rosa”, léase: los enormes beneficios del sector financiero y comercial, los depósitos (fortunas) de los nacionales dominicanos en el exterior, las grandes fortunas o los altísimos sueldos y pensiones del gobierno etc. Hay que hacer notar que la primera medida tomada por este gobierno en medio de la coronacrisis, no fue la de proteger a los trabajadores en primer lugar no, fue la de proteger al capital, bajándole los intereses bancarios y otorgándole un régimen tributario más flexible.
En un momento en que los débiles cimientos del neoliberalismo a nivel global se están
tambaleando, y aunque en nuestro país este modelo ya venía dando señales de franco
agotamiento, el PLD y clases dominantes, principales beneficiarias del Status quo, se aferran a este ferozmente hasta el último instante, aunque esto signifique más contagios y más muertes en la población más débil.
Quizás la pandemia no llegue a provocar la caída del capitalismo pero si marcara un punto de inflexión en esta crisis.