En honor a Francisco Antonio Santos

En honor a Francisco Antonio Santos

En honor a Francisco Antonio Santos

Rafael Chaljub Mejìa

Como si estuviera de pie ante su cuerpo inerte, le rindo honor al compañero Francisco Antonio Santos, muerto el pasado miércoles al cabo de una larga enfermedad.

El 2020 está resultando un año demasiado trágico y uno no termina de asimilar la muerte del camarada francomacorisano Víctor Batista, cuando la de Santos lo vuelve a estremecer de nuevo.

Concluye una vida consagrada a la lucha. Francisco Antonio Santos nació en la localidad salcedense de El Coco, en 1940, precisamente el día internacional de la clase obrera. Empezó sus luchas sindicales en la Confederación Autónoma de Sindicatos Cristianos –CASC-.

Tras encabezar la disidencia en esa organización, rompió con ella y junto a un grupo de compañeros el 30 de enero de 1972 fundó la Central General de Trabajadores –CGT-, entidad progresista, de incuestionables firmeza y claridad frente a la patronal y los gobiernos.

Santos era su líder, pero un líder que, además de su ardiente oratoria y su gestión de oficina, se iba a las fábricas, a los bateyes y a los campos a compartir la vida austera de los explotados, con la devoción y la modestia de siempre.

Militó en diversas organizaciones de izquierda, empezando por el movimiento camilista. Por supuesto, pagó el precio que los opresores le cobraron por su verticalidad y su conducta insobornable.

Era acosado y perseguido. El 5 de junio de 1975 el régimen balaguerista de los doce años lo apresó y lo encerró en La Victoria, lo tuvo allí sin juzgarlo siquiera, hasta el 22 de diciembre siguiente.

Entonces fuimos compañeros de celda y lo conocí mejor.
Santos también formó parte del Bloque Socialista hasta el 25 de mayo de 1987. Luego, el 16 de agosto de 1989, fundó el Movimiento Popular de Liberación, que tuvo una vida efímera, pero Santos siguió su lucha.

Se fue a los campos, a orientar los movimientos por la tierra, y la defensa de los recursos naturales, siempre junto a los oprimidos, hasta que la luz de su vida terminó de apagarse.

Con muchísimo dolor despido a Santos, referencia inevitable y parte de la mejor historia de la lucha obrera y popular, destacado exponente de la vieja izquierda, un ser humano íntegro, incorruptible, desinteresado como pocos por los bienes materiales. Reitero mi homenaje ante su pueblo, sus seres queridos y muy respetuosamente, ante Daniela, su solidaria y abnegada esposa.



Rafael Chaljub Mejía

Columnista de El Día. Dirigente político y escritor.