En estos tiempos, la justicia es solo el manto para cubrir las indelicadezas

En estos tiempos, la justicia es solo el manto para cubrir las indelicadezas

En estos tiempos, la justicia es solo el manto para cubrir las indelicadezas

Porque:…La justicia es más que enunciados,

Es protección de derechos.

De cuando en vez, la

Política requiere de

Humildad y sobre todo,

De responsabilidad.-

Nuestra democracia ha sido creada a imagen y semejanza del pensar de unos cuantos que han impuesto sus deseos, aspiraciones y ambiciones aprovechando todos los momentos coyunturales que el devenir de nuestra existencia les ha ofrecido, ya sea debido al azar o por la fuerza ejercida para producir esos momentos. No han perdido oportunidad alguna para imponerse con la agravante de que la justicia, para ellos, en realidad es sorda, muda y ciega para todo lo que tenga que ver con el accionar de estos personajes políticos durante todo nuestro trayecto como nación, salvo excepcionales periodos, muy cortos por cierto.

De impunidad e inmunidad sería más que un descaro el negar la existencia de las mismas, agregándole -claro está-, el descarado y siniestro blindaje de todas sus indelicadas acciones. Y es cierto que vivimos en una democracia pero, de pura ficción, sustentada en horribles hechos reales, visibles y palpables.

Me parece, que siquiera un solo caso de vergonzosa corrupción, llegado al ámbito de la justicia, haya llegado a término satisfactorio, no solo para el pueblo en general, sino también para la decencia, la moral o la ética. Tuvieron la oportunidad de por primera vez imitar hechos ocurridos en la justicia de otros países, pero la han dejado pasar, demostrando que con todo y todo, lo único que existe es una tiranía endemoniada y corrupta que dirige a todos los demás “poderes”, cual si fuesen marionetas de trapo.

Qué desgraciada maldición habrá caído sobre este país, donde solo cambia la forma de las cosas indignas, permaneciendo su esencia incólume. De ejemplo podríamos hablar sobre la “nueva” Suprema, formada por hombres capacitados, dueños de una hoja de vida que impresiona pero cuyo modo de elección al cargo los marcó como se marcan las bestias. La cuestión es: ¿Con su proceder lograran quitar esa mancha? ¿Olvidarán cualquier compromiso y se casaran con la gloria como un organismo totalmente independiente y creíble? Me parece que es posible, en tanto solo nos queda esperar y ver si tanta sapiencia es aplicada con la valentía requerida.

Pero valentía es lo que nos ha faltado a lo largo de nuestra historia. La política irresponsable se ha adueñado de todas las instituciones del Estado y las particulares ya han recorrido un largo trecho por la misma ruta. Empresarios que se arrodillan para poder mantener sus negocios libre de la voracidad del desacreditado y corrupto Estado. Detalles que nos pasan por el frente sin siquiera percatarnos de la gravedad de los mismos, como ese ocurrido en la última reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa, donde al parecer no estuvo representada la Prensa Dominicana, aunque es posible, que alguien dentro de los estamentos oscuros del gobierno haya asistido en representación del sentir o accionar de uno que otro periódico, pero no de los que representan la libertad de prensa en este país.

Libertad de Prensa, pero para los temas que les agraden a los que mandan. Los curas se pronuncian –por fin- sobre las graves amenazas que nos carcomen, y un prepotente le manda un tapa boca pero, no pasa nada. Luego, cual si fuesen penitentes se postran ante el jefe como pidiendo perdón ante el altar mayor por las penurias denunciadas. Gran triunfo del cura lobista, el zipper se cierra, nadie dice nada, las obras se harán pero todos calladitos y sumisos o de lo contrario, las obras ofrecidas podrían tomarse un poco más de tiempo y no ser tan beneficiosas como siempre han sido para esa congregación de creyentes, gracias al famoso Concordato, que ningún político siquiera osa referirse a él para su revisión. Calladitos, como las autoridades municipales que estaban en el momento de la reparación de la Iglesia de Constanza, donde hasta una calle fue cerrada y cedida graciosamente ante el silencio cobarde de mansos y cimarrones. Este no es país sino, un paisaje. ¡Sí señor!

 



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