¡En esta esquina…!

¡En esta esquina…!

¡En esta esquina…!

Manuel Salazar, secretario general del PCT.

En el 18 Brumario de Luis Bonaparte, Marx insiste en la idea de que los seres humanos debemos plantearnos solo los objetivos posibles. Dice que “…. la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar….” Las tareas para alcanzar esos objetivos están determinados por circunstancias establecidas al margen de los deseos o caprichos de los seres humanos.

Y puestos a tratar sobre circunstancias, en la perspectiva de insistir en la necesidad de una nueva transición democrática como el objetivo más apremiante del momento político, no está de más recordar que la que inició tras la caída de la dictadura de Trujillo en 1961 ha terminado en un punto casi parecido al que debió negar, y se sintetiza en un régimen político centralizado, dominado por un solo partido, sustentado en una economía también centralizada, sobre los que se levantan los valores que les corresponden.

La conformación del régimen actual está en relación directa con hechos negativos, y lamentables algunos, en todos los litorales políticos que estaban supuestos a hacerla avanzar hacia una realidad diferente.

En ese período el movimiento revolucionario perdió a Manolo y se dispersó el Movimiento Revolucionario 14 de Junio que él lideró; cayeron abatidos por la represión cientos de militantes revolucionarios y democráticos, se dispersó y atomizó la tendencia de izquierda, y para remate cayó Francis Caamaño en Caracoles en 1973.

En este período también, la izquierda y el progresismo no han sabido, o podido, hacer las lecturas de coyunturas adecuadas en las que pudieron crecer y dar un salto. A planteamientos como por ejemplo el de la Constituyente, formulado cuando había un movimiento de masas vigoroso y en ascenso, le hizo el indiferente o le antepuso el tremendismo, y la asumiría tarde, cuando el auge de masas había descendido.

Hoy es una fuerza moral, con brotes verdes, o rojos si se quiere, en algunos puntos geográficos; pero no es fuerza de masas todavía.

A todo esto hay que agregar dos hechos que han tenido consecuencias terribles para la causa de la democracia y la justicia social, cuales son, la escapada a través de “los liberales de Washington” de la cúpula del Partido Revolucionario Dominicano, PRD, de las posturas políticas consecuentes que levantó durante los tiempos de la dictadura y posteriores a esta. Seguido años después del abandono del discurso de liberación nacional por parte del Partido de la Liberación Dominicana, PLD, hasta convertirse hoy en la fuerza política del conservadurismo.

El resultado es que el conservadurismo está entronizado en el ambiente nacional. En la propia izquierda y el progresismo se expresan posiciones y actitudes que evaden plantar cara a temas que le son, o le deben ser, consustanciales a sus ideas y prácticas, como son el aborto; la igualdad de género; los derechos de la comunidad LGBT; la defensa de lo público como un componente esencial del desarrollo y la democracia; los derechos jurídicos y humanos de descendientes haitianos o de los de estos que son residentes; el Estado y la educación laica, por solo citar algunos que no encajan en el discurso y los valores dominantes, y ante los cuales prefieren callar para no enajenarse consideraciones y posibles apoyos.

Evaden tomar posición frente a esos temas, porque son conscientes de que hay una armadura conservadora en la sociedad que los rechaza, y paradójicamente pretenden erosionarla con posturas de igual signo conservador.

La izquierda y el progresismo debemos ser honestos al reconocer nuestro tamaño y actuar como aconseja Carlos Marx, proponiéndonos los objetivos posibles, que insisto son los de una transición democrática, para lo cual debemos trabajar en el sentido de unir la oposición democrática en un todos a una contra el blanco principal, que está en el poder y es el eje principal del actual régimen. Esta política podría romper el cerco en que se desenvuelven la izquierda y el progresismo y crear una nueva ambientación política en el país en la que las ideas alternativas, de izquierda, o de ruptura se muevan con más libertad.

Hay que buscar acuerdos con los sectores más democráticos que les permitan avanzar hacia un mejor posicionamiento, acumular fuerzas. Actuar con especial interés para estar donde están las masas populares. Bajo ninguna circunstancia quedarse en declamaciones generales sin sentido práctico, ni mucho menos autoconstruyéndose pedestales de moralidad y pureza.



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