Los resultados del estudio “Pisa” nos tiró por el piso en materia de nuestra calidad educativa preuniversitaria.
En el importante saber de las Matemáticas quedamos en el último lugar respecto a 80 países participantes en la investigación, y en Lectura y Escritura nos colocamos en el penúltimo puesto.
Este grave hecho revela enormes deficiencias e irresponsabilidades de un colectivo que abarca desde Ministerio de Educación, maestros, padres de los estudiantes, estudiantes y la sociedad misma.
En 2013 se produjo un aumento significativo a la educación pública preuniversitaria, luego de una tenaz y masiva lucha desplegada bajo el cobijo de la sombrilla amarilla. En ese entonces hubo quienes sostuvieron que lo importante no era el aumento presupuestal, sino la eficacia de la inversión.
Esto era correcto sólo parcialmente, porque, además de lo fundamental de la eficacia de la inversión, también era básico superar el pírrico presupuesto destinado a la educación durante los años anteriores al 2013.
Para una mayor calidad de la educación es necesaria la pertinencia de la inversión y también es asegurar la continuidad de los planes y estrategias correctas.
Es fundamental desechar las expectativas politiqueras que llevó, por ejemplo, al ministro Andrés Navarro, a abandonar su posición para lanzarse como aspirante a candidato a la Presidencia de la Pepública por el partido oficial, PLD.
Es esa politiquería la que lleva a olvidar a las autoridades educativas los planes vitales para el aprendizaje efectivo, el pensamiento, la razón y las capacidades para ejecutar las tareas que le asignará la sociedad a los que han cumplido el ciclo de la educación formal.
Altísima responsabilidad tienen en los resultados de “Pisa” los profesores. Estos resultados imponen revisar la frecuente recurrencia a paros por parte de los docentes; en los resultados señalados cuentan también las bajas titulaciones y condiciones de muchos de estos profesionales.
De ahí la desaprobación de profesores en cantidades significativas en los concursos.
Este hecho está relacionado con el número reducido de estudiantes con alta calidad académica que, por lo general, toman opción por el magisterio.
Con indudable culpabilidad en los referidos resultados también podemos enumerar a los padres o tutores de los alumnos, quienes en la mayoría de los casos entienden que el problema de la educación de sus hijos es responsabilidad exclusiva de maestros y autoridades escolares.
Limitada es, sin embargo, la labor de ayuda o monitoreo de los padres en un país en que alrededor del 40 % los alumnos tienen padres o tutores que no han completado la educación básica.
Sin que sean principales responsables también interviene el comportamiento de los estudiantes, los que en una proporción importante no tienen ni la base, ni la guía ni la voluntad para elevar su aprendizaje y calidad.
Otro factor que cuenta de manera marcada es el ambiente social reinante en el país. Pero a esto y a algunas propuestas nos referiremos en la próxima entrega.