Conmemoramos hoy el 53 aniversario de la gloriosa batalla del Hotel Matum, acción heroica llevado a cabo en el legendario Hotel del mismo nombre, en la Ciudad Hidalga de Santiago de Los Caballeros, el 19 de diciembre de 1965.
En tan memorable combate, una vez más, como había ocurrido en meses anteriores, se hizo manifiesta la gallardía y honda sensibilidad patriótica del liderazgo civil y militar constitucionalista en defensa de nuestra dignidad patria, mancillada con la nefasta intervención norteamericana ordenada por el Presidente Johnson para impedir el retorno al poder del gobierno legítimo del Profesor Bosch, abortado en ciernes por el artero golpe de estado del 25 de septiembre de 1963.
Para que se comprenda en toda su naturaleza y alcance la ignominia interventora y de las tropas mercenarias locales en los acontecimientos del Matum, se torna preciso explicar, aunque de forma general, sus principales antecedentes.
El 19 de mayo de 1965 se había producido el triste deceso de quien fuera el ideólogo por excelencia de la insurrección de abril: el Coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez quien murió en olor de heroísmo al momento de intentar la ocupación del Palacio Nacional junto al legendario combatiente de ascendencia italiana Ilio Capozzi, Juan Miguel Román y otros grandes adalides de nuestra libertad.
El 19 de diciembre de 1965 se cumplía, por tanto, el séptimo mes del trágico deceso del Coronel Fernández Domínguez y sus compañeros, razón por la cual el Coronel Francisco Alberto Caamaño y la cúpula dirigencial del Movimiento Constitucionalista, familiares y amigos, deciden trasladarse a Santiago, donde reposaban los restos, del insigne patriota, para rendirle allí tributo de respeto a su memoria y ofrecer una misa por su eterno descanso.
Preciso es significar, según lo describe el Ex. Canciller y hermano de Fernández Domínguez, Emilio Ludovino Fernández, que muchas informaciones que iban recibiendo desaconsejaban el viaje a Santiago. “…se aseguraba que habría un atentado en el trayecto de Santo Domingo a Santiago. Que nos iban a emboscar. El Coronel Caamaño dispuso que los vehículos salieran de la Av. George Washington en grupos de dos o tres pero a distancia de un kilómetro cada uno, de manera que tuviéramos un frente mucho más amplio. En cualquier emergencia pudiéramos auxiliarnos los unos a los otros. Así le sería mucho más difícil al enemigo hacer una emboscada. Se tomó la precaución de que el Coronel Caamaño Caamaño no iría al frente de esa caravana. Los Fernández tampoco la encabezaríamos. Nos mimetizaríamos tanto en carros públicos como privados. Así lo hicimos. (“Ya es Hora de Hablar”. Editora de Colores, Santo Domingo, 1997. Págs. 83 y 84).
Al finalizar los oficios religiosos en la Iglesia Nuestra Señora de la Altagracia, en la calle “El Sol”, de Santiago, se trasladaron hasta el Cementerio de la Av. 30 de Marzo, descubriendo que había allí instalada una bomba para atentar contra sus vidas la cual fue desactiva por miembros del valioso cuerpo de hombres ranas que comandaba el legendario Coronel Manuel Ramón Montes Arache. Desde un eficio próximo al cementerio un soldado regular comenzó a disparar contra los congregados pero las cosas no fueron a mayores y pudo pronunciar su discurso ante la tumba del héroe el Comandante Constitucionalista Héctor Aristy.
Luego de culminada la actividad en el Cementerio, se trasladaron al Hotel Matum, donde Don Antonio Guzmán les ofrecería un desayuno. Un testigo, que bajo el Pseudónimo de “ El Centinela”, describió para la historia aquellas memorables incidencias, narra que: “a las 10: 00 a.m., tropas combinadas del Ejército y la Fuerza Aérea, tendieron una especie de un cerco en las proximidades del hotel, y apoyadas por el fuego de los tanques comenzaron a avanzar y a disparar sobre el mismo, pero encontraron la resistencia decidida y tenaz de los soldados patriotas que con sus recursos limitados y su proverbial valentía respondieron a la agresión como era de lugar para impedir la masacre” ( Los Militares Constitucionalistas y sus Experiencias Democráticas. El Centinela. Ex. Militar Constitucionalista. Santo Domingo. Septiembre de 1967. Pág. 28).
En aquel alevoso asedio perdieron la vida el valeroso Coronel Juan María Lora Fernández, E.N, Jefe de Estado Mayor del Ejército Constitucionalista y el Sargento Domingo Peña, M. De G. Las bajas de las tropas atacantes fueron muchas aunque pretendieran siempre minimizarlas. En su testimonio “El Centinela” afirma que:“los agresores sufrieron una derrota tan aplastante que no se atrevieron a decir públicamente la magnitud de la misma; pero a juzgar por los cadáveres que yacían en el teatro de las operaciones, puede asegurarse que se contaban por decenas los muertos y los heridos. En este encuentro quedaron sellados definitivamente con sangre la fama, la moral, la capacidad combativa y el espíritu de sacrificio de los soldados constitucionalistas” (Idem, pág. 28).
Aquel ataque despiadado y traidor puso una vez en evidencia, ya en el pleno gobierno de transición del Presidente Héctor García Godoy, que los interventores seguían disponiendo de nuestros asuntos y que las promesas de respetar la dignidad y la integridad de los soldados constitucionalistas, no eran más que ofrecimientos falsos. El propósito inocultable era el de siempre: utilizar la razón de la fuerza para pisotear la fuerza de la razón.