En doble vía

En doble vía

En doble vía

Soy fiel creyente de la “doble vía” hasta el punto de convertir esta forma de pensar en una filosofía de vida. Como seres humanos somos muy peculiares, porque queremos lo que ni por asomo damos a los demás.

He visto, una y otra vez, a personas esperar y exigir respeto y hasta gratitud, sin siquiera devolver una migaja de esta “medicina” a los demás.

Y es bueno entender que nada es inmutable. El cosmo actúa a través de un intercambio de dos corrientes de energía: dar y recibir.

Esta ley sustenta el principio de mantener el flujo por medio de nuestra disposición de dar aquello que buscamos. Y es que la acción de dar origina el recibir, y todo se multiplica cuando es dado.

Siempre les he dicho a mis hijos que traten a las personas como ellos quieren ser tratados. Dar los buenos días y agradecer. Que sean amables de manera indiscriminada.

Aquí la doble vía. No podemos exigir respeto si no respetamos a los demás, sin importar la posición que ocupamos ni lo superior que creamos que somos.

No podemos esperar una sonrisa si lo que nuestro rostro deja ver es una mueca mal dibujada y el mal humor se cuela en nuestra mirada.

Dar y recibir es participar y debemos estar dispuestos a componer la ecuación con conciencia y amor, extendiendo nuestras manos, sin sofismas ni hipocresía.

Como seres humanos nos podemos equivocar es la verdad más verdadera, pero una equivocación no es un estilo de vida.

Las demás personas ven lo que somos, aunque tratemos de ocultarlo, pues la verdad -tarde o temprano- sale a la superficie.

Hay circunstancias que nos pueden torcer el brazo, pero cuando hemos trabajado en la construcción de un corazón generoso, esos malos momentos son como estrellas fugaces. Esas debilidades son propias de nuestro ser, pero no por tenerlas nos deben definir.

¿Cómo puedes generar abundancia en lo que das si lo sientes como una pérdida? Ten pendiente que el regalo lleva cintas, no cuerdas, porque no es un soborno ni busca recompensa.

Recuerda que las formas materiales no son las únicas apreciadas. Dar alegría, tiempo, solidaridad, paz ,atención y afectos son obsequios muy valiosos, con efecto permanente, como también lo son los buenos deseos y la oración.



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