"En la cultura del incesto, las mujeres mismas son las que se encargan de silenciar a las víctimas"

«En la cultura del incesto, las mujeres mismas son las que se encargan de silenciar a las víctimas»

«En la cultura del incesto, las mujeres mismas son las que se encargan de silenciar a las víctimas»

Hace dos décadas que Brisa de Angulo espera. Tanto, que ya pasó más tiempo desde que su primo la violó -reiteradamente durante ocho meses- que el que ella había vivido hasta entonces. Era una adolescente de 15 en el año 2000, cuando la pesadilla familiar comenzó. Él era diez años mayor.

«Pese a que fui violada y torturada decenas de veces, ni siquiera pasaba por mi cabeza contarlo o pedir ayuda. De hecho, pensé que sería mejor para mí quitarme la vida que contárselo a alguien», relató la semana pasada frente a los jueces de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que escucharon su caso por la demanda que presentó contra el estado boliviano por «falta de acceso a la justicia y violencia institucional».

Dijo que intentó suicidarse dos veces, y que cuando finalmente habló y sus padres hicieron la denuncia judicial, en el tribunal le preguntaron por qué no había dicho nada antes.

«No sabía que lo que me pasaba era un delito. Tenía la falsa creencia -que la mayoría de la gente tiene- de que las violaciones ocurren por parte de un extraño en un callejón oscuro».

«Mi agresor, como otros, era muy hábil para mantener el silencio de la víctima. Él era un adulto en mi familia. Era alguien que supuestamente tenía que guiarme y protegerme. Era alguien que debía mostrarme, y yo debía ver, cómo es el mundo a través de sus ojos. A pesar de que lo odiaba (el acto sexual), no podía identificar que era un delito», siguió diciendo.

De Angulo contó que si bien su primo no ejercía violencia física durante las violaciones, en otras ocasiones la golpeaba o la tiraba al suelo y la pateaba.

La llenó de miedo. Sabía de lo que era capaz de hacerle si no actuaba como él quería.

La culpa era de ella

La legislación de cada país es diferente respecto a lo que se considera delito o cómo estos son tipificados.

Agresión sexual, abuso sexual, violación, incesto y estupro son algunas de las tipificaciones penales que existen en diversos países de America Latina, aunque algunos no consideran los dos últimos.

Estupro, es decir, tener relaciones sexuales un siendo adulto con un menor de edad «mediante el engaño», es por lo que juzgaron al primo de De Angulo en Cochabamba (Bolivia), donde vivía.

No lo condenaron por violación porque no había ejercido violencia física durante las relaciones sexuales.

Pero, al mismo tiempo, las autoridades judiciales bolivianas cargaron las responsabilidades sobre ella, alegando que en realidad era una chica que buscaba a un hombre y que se había enamorado.

Eso no cabía en su cabeza. Solo tenía miedo. Mucho miedo.

Brisa de Angulo
Como directora de la ONG «Una Brisa de Esperanza», que trabaja con niños y adolescentes víctimas de abuso sexual, Brisa de Angulo ha dado conferencias sobre el abuso sexual de niños y adolescentes.

En estos 20 años, De Angulo pasó por tres juicios en Bolivia. Ahora el caso está a consideración de la Corte Interamericana, y tiene otro juicio pendiente en Bolivia.

Su primo está suelto. Prófugo.

Ella espera. Espera. Sigue esperando.

Bolivia al banquillo

El caso llegó al ámbito continental porque De Angulo lo llevó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), un órgano legal auxiliar de la OEA que lo estudió y decidió que tenía méritos suficientes como para presentarlo ante la corte con sede en Costa Rica.

En el banquillo de los acusados en esa esfera está el estado boliviano, puesto que tanto la CIDH como ella y su defensa entienden que Bolivia falló al tratar su caso proque, según aseguran, no le dio un acceso adecuado a la justicia, la revictimizó de forma constante y hubo «violencia institucional».

«Las secuelas que todavía tengo se deben más al trato que hizo el Estado conmigo que a la violación en sí misma«, dijo De Angulo en entrevista con BBC Mundo.

Durante la audiencia ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, representantes de la Procuraduría General de Bolivia le hicieron preguntas a De Angulo que, según ella, intentaban hacerle dar un paso en falso. De los cuatro que había del otro lado, tres eran mujeres.

«Si Bolivia puede tener esa agresividad contra mí, una persona adulta, a un nivel internacional, imagínense cómo lo hacen en una corte con una niña. Fue evidente la postura que toma Bolivia con las víctimas de violencia sexual», sostuvo.

«Sentí desamparo por la cultura incestuosa en la que vivimos, esa cultura en la que las cosas que suceden en la familia deben quedarse en la familia».

Durante la sesión del tribunal, que fue virtual y se podía ver en vivo por YouTube, se escuchó que una tía y una prima de De Angulo escribieron mensajes en un chat que describió como «amenazantes». Afirmaban, además, que ella era una mentirosa que estaba destrozando a la familia.

«En la cultura del incesto, las mujeres mismas son las que se encargan de silenciar a las víctimas para mantener la jerarquización del patriarcado».

«Lo que ocurre en la familia pasa a la sociedad. (…) Es repulsivo ver cómo ellas, siendo afectadas por esta jerarquía, estén buscando silenciar, avergonzar, difamar e intimidar a otras mujeres que han luchado con sangre para romper silencios», dijo De Angulo.

El incesto tiene diferentes definiciones según cada país y en algunos caosos llega a considerarse hasta en el cuarto grado de consanguinidad, es decir, hasta primos hermanos.

Brisa de Angulo en una audiencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos frente a representantes del Estado de Bolivia en marzo de 2017.
Brisa de Angulo tuvo una audiencia en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos frente a representantes del Estado de Bolivia en marzo de 2017.

De Angulo entiende que esta conducta de parte del Estado boliviano ha violado sus derechos humanos desde la primera vez que denunció a su primo, y que lo sigue haciendo.

«La tesis del Estado por 20 años ha sido naturalizar la violación con base en la pretensión de que lo que hubo fue un ‘enamoramiento’ entre primos hermanos», le dijo a BBC Mundo una de sus abogadas, Bárbara Jiménez Santiago.

Bolivia afirma que «agresión sexual no es sinónimo de violación y que la determinación del tipo penal atribuible a este caso le corresponde únicamente a los operadores de justicia bolivianos», según dijo el procurador general del Estado, Wilfredo Chávez, ante la Corte Interamericana.

Señaló, asimismo, que «al Estado le resulta sorprendente la manera en la que se han tergiversado determinados hechos sobre el desarrollo de las investigaciones y el proceso como tal».

«Para el Estado es incontrovertible que todos los elementos de prueba demuestran la existencia de los hechos relacionados a una presunta lesión de la integridad física, la afectación a la vida privada o a la intimidad», pero eso no significa que haya ejercido «violencia institucional».

BBC Mundo intentó entrevistar al procurador general, la única persona autorizada para hablar de ello en la Procuraduría, pero al momento de publicarse este artículo no habíamos obtenido respuesta de su parte.

El intento para que no vuelva a suceder

Brisa de Angulo no busca un resarcimiento económico. Lo que quiere es que se generen nuevos estándares legales dentro del sistema interamericano de derechos humanos, que sirvan de modelo para los legisladores de Bolivia y de los otros países.

Espera que consideren su caso no como una agresión sexual sino como el de una violación que además fue incestuosa, lo que, aduce, agrava el delito porque el familiar adulto abusa de la confianza del menor.

Intenta, a su vez, que se consideren como violación cuando las relaciones sexuales sin consentimiento o cuando se presume que el consentimiento es inválido, sin tener en cuenta si hubo violencia física o no, que se elimine el concepto de estupro del código penal, que se adopte la imprescriptibilidad para los delitos sexuales y que se tipifiquen las violaciones sexuales incestuosas como un delito distinto cuando las víctimas sean menores de 18 años.

«Busco que las cosas que sufrí en estos 20 años no continúen pasando», dice De Angulo