En 2012, China bebía más vino que Francia. Esto resultó una bendición para las marcas nacionales de baja gama; la etiqueta local más famosa, Great Wall, podrá no ganar muchas catas a ciegas, pero cuesta unos digeribles US$5, aproximadamente, la botella.
Entra en escena Chile, un país de viticultores tradicionales y conocedores de la tecnología, celebrados por sus vinos muy bien vistos aunque menos conocidos, y sus precios moderados.
La producción crece gracias a los precios de las uvas en baja y un peso más débil, lo cual vuelve al vino del país sudamericano más competitivo en el exterior. En 2015, Chile vendió más vino a Japón que Francia.