La deforestación de las cuencas hidrográficas y el nacimiento de los ríos, la sustracción de arena y grava de los ríos, que expone el manto freático a la evaporación causada por los rayos solares y otras actividades depredadoras, han llevado a la República Dominicana a ser parte del conjunto de países que para el año 2040 habrán disminuido hasta un 80% su capacidad productora de agua, que los obligará a importar agua para el consumo de la población y a una disminución drástica de la actividad agropecuaria y de generación eléctrica.
Tal afirmación ha sido dada por el Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales, WRI, por sus siglas en inglés, en un estudio sobre la “La Escasez de Agua Prevista para 2040”.
El WRI es una organización, con sede en Washington, dedicada a la investigación de los recursos medioambientales del planeta.
Una de las principales causas de la desaparición de los ríos, arroyos y cañadas es la deforestación del área boscosa mediante la técnica de tala y quema para la agricultura de subsistencia, las plantaciones y la cría de ganado.
Es necesario reducir en forma radical la deforestación, especialmente cerca de las cuencas hidrográficas y los nacimientos de los ríos, cañadas y arroyos.
Los ríos nacen en las áreas boscosas de las cordilleras y montañas del país. El desmonte de estas cordilleras, montañas y picos donde nacen los ríos, y la depredación de sus cuencas altas y media, son otro de los factores principales de la muerte de las cuencas hidrográficas.
La extracción de grava y arena de los ríos mediante excavaciones artesanales y mecánicas, que generalmente pasan por debajo del nivel freático, es también uno de los factores de la desaparición de los ríos.
La desaparición de los ríos, arroyos y cañadas no solo afectará a la población humana, que no puede vivir sin este vital recurso, si no, a la generación de electricidad que depende en gran medida del agua; al igual que la producción agropecuaria.
El país requiere de una explotación agropecuaria sostenible, que conviva con el medio ambiente y respete las cuencas hidrográficas y demás recursos de la naturaleza.
En nuestro país existen decenas de lugares alternativos para evitar la extracción de grava y arena de los ríos, entre los que caben destacar: las antiguas terrazas fluviales y abanicos aluviales de Cambelén, al suroeste de Haina; Palo Amarillo, al sur de Santiago de los Caballeros; Jánico–Pedregal; las Matas de Farfán; Azua–Villarpando; franja Villa González-Navarrete–Jicomé; franja Galván–Neiba; la Descubierta–Jimaní; los Saladillos-Cabral–Barahona; Puerto Alejandro-El Curro; Las Charcas de María Nova, en San Juan de la Maguana; los depósitos aluviales de las colas de las presas de Valdesia, Taveras, Sabana Yegua, Hatillo y otros; Piedra caliza de Cabo Rojo; Pedernales; El Pomier, San Cristóbal; Bávaro; la Romana–Cumayasa; Lutitas de Hato Mayor; Boca Chica; Punta Cana–Juanillo; Samaná–Talanquera; Río San Juan; Yuvina, Bayaguana; Basaltos de Hato Nuevo-Villa Altagracia, al oeste del Distrito nacional; Basaltos de Yamasá-Monte Plata; escorias de las explotaciones auríferas en Cotuí y otros lugares.
El pueblo dominicano debe empoderarse y crear cuantas organizaciones sean necesarias, en todo el territorio nacional, para la Protección de los Recursos Naturales y el Medio Ambiente, a los fines de evitar los presagios de la WRI; y que el nuestro se convierta en uno de los países que no tendrán problemas de agua en el 2040, ni en el porvenir.
El país es signatario de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, de fecha 17 de junio de 1994. La defensa y protección de las cuencas hidrográficas del país es un aspecto muy importante para cumplir con los postulados de esa Convención.