La camioneta en la que Carlos Martí inició el pequeño negocio del acarreo de gas es hoy pieza para el recuerdo. nocOlás monegro
Santo Domingo.-Emprender es una palabra bastante antigua, y aunque el mundo siempre ha estado matizado de personas con cierto don de liderazgo y la capacidad para empujar, empujar, empujar… hasta alcanzar el buen éxito, el concepto en esa dirección es nuevo.
De hecho, desde el punto de vista económico el éxito es siempre bueno, no importa los jirones de piel, alma o salud con los que se quede el camino.
Cuando se habla con Carlos Martí se tiene la impresión de que a sus 82 años se siente realizado. Pero no siempre fue así, por lo menos desde el punto de vista material, fuente común de sufrimiento.
Intentando evadirse de la pobreza, sus antecesores migraron de España a Cuba y al Santo Domingo de la intervención de los marines, de nuevo a España y de regreso a Santo Domingo.
La guerra civil española no les fue ajena, como tampoco sería el fin del mundo la del 65 en el país. Es el tiempo en que este hombre empieza a vérselas con su destino, que tiene hoy una fachada de abundancia en uno de los altos edificios del Polígono Central de la capital, pero que al principio, cuando tenía que ganarse la vida a cualquier precio, era como moler vidrio con el codo.
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Los años convulsos de la década del 61 del pueblo dominicano, inaugurada con un magnicidio la noche del 30 de mayo, se los pasó trabajando duro.
Santo Domingo entonces
El descabezamiento de la Gran Dictadura, la más extensa y compleja de cuantas ha generado el pueblo dominicano y la región del Caribe, está en la base de un período de doce años en el que fueron sentados los pilares económicos, políticos y sociales que todavía deciden el destino nacional.
Hasta 1961, de acuerdo con Jesús de Galíndez, Gregorio Bustamante, Juan Bosch y Germán Emilio Ornes, que aportaron en su momento estudios sobre la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo Molina, no había en el país nada con significación económica, política o cultural fuera del control suyo o de su familia.
Los cinco libros legados por los autores referidos son: La era de Trujillo, de Galíndez; Una satrapía en el Caribe, de Gregorio Bustamante (José Almoina); Trujillo, pequeño César del Caribe, de Ornes; Trujillo: causas de una tiranía sin ejemplo y La fortuna de Trujillo, de Bosch.
Estos trabajos tienen en común que fueron escritos mientras Trujillo gobernaba todavía. En todos los casos sus autores se hallaban desde hacía algún tiempo fuera del país. Dos de ellos, Galíndez y Bustamante (Almoina), eran españoles llagados tras la derrota de la República en 1939; Bosch viviría 23 años entre Puerto Rico, Cuba, Venezuela, Chile, Bolivia y Costa Rica, y Ornes unos tres años exilado entre Puerto Rico y Nueva York cuando escribió su libro.
“El Pato voló”
A Trujillo lo mataron la noche del 30 de mayo del 61, pero el pacto o reacomodo empezaría a dar pasos firmes a partir del último tercio de noviembre de aquel año, con la salida de Ramfis y el resto de la familia.
Empezó entonces el proceso de disolución de un régimen establecido en el primer tercio del año 1930, con lo cual todo lo que había estado en sus manos empezó a convertirse en propiedad social más o menos hasta 1973 mediante un proceso que aguarda todavía para ser analizado a fondo.
Para los fines de estas notas, importan, empero, los “emprendimientos”, con los cuales muchos individuos hacían valer su vitalidad para iniciar o sostener negocios que en algunos casos todavía, 60 años después, son emblemáticos de la economía nacional.
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En otro plano de la política, la partidista, iniciaron su actividad las organizaciones de las cuales sobreviven el Partido Revolucionario Dominicano y el Partido Reformista.
En el plano del Estado empezó una lucha sorda por el control de todo lo que significara Presupuesto, sentido último del poder en Santo Domingo (político y de facto), empezando por el Ejecutivo, puesto en disputa por los integrantes de un órgano colegiado denominado Consejo de Estado.
Emprender o morir
Carlos Martí Besonias era un inmigrante español traído al país con una mano alante y otra atrás —valga el lugar común con el que han sido ilustradas en el país, desde hace más de un siglo, las credenciales de la pobreza— cuando todavía era un niño.
Después de algunos experimentos para ganarse la vida, llegó al negocio del gas en el año 65, del que nada ni nada lo ha sacado desde entonces.
Si alguien puede trasladarse a la capital dominicana de aquellos días, con algunas estufas en casa de familia de los sectores acomodados, o de profesionales, y muchos anafes alimentados con carbón vegetal en los sectores menos pudientes, estará en condiciones de hacerse una idea de aquel limitado negocio, tal vez en algunos casos con ventas a crédito acarreando gas en una camioneta comprada con un préstamo familiar.
El tiempo, las opciones encontradas en un camino de 58 años y las habilidades personales fueron tendiendo sobre el país un nombre, Tropigás, que hoy día está en la base de otras grandes iniciativas económicas.
Impacto social
3,500 El número de los colaboradores.
El negocio que inició con una persona es hoy la sombrilla que cubre a miles directamente.
La entrevista
— Se puso chivo
Carlos Martí habló con soltura de todo con Ányelo Mercedes, José Monegro y Miguel Febles. Bueno, o casi de todo. Cuando se le preguntó de política se puso “chivo” y evadió el asunto.