Elías Brache
A medida que pasa el tiempo se continúa disipando la posibilidad de que aquellos que dispusieron de forma irresponsable del erario público sean castigados de forma ejemplar.
Los inexplicables gastos y dudosas operaciones que perjudicaron al pueblo dominicano en la pasada gestión gubernativa se diluyen bajo el manto de su mejor aliado, el tiempo.
Parecería que las voces que exigen justicia comienzan a desfallecer, resignadas, entendiendo que sus reclamos son ladridos a la luna.
Mientras, el costo de la vida sigue en aumento. Desde los alimentos hasta los combustibles, sin olvidarnos de los peajes.
¿Acaso no es una falta de respeto el levantarse una mañana y encontrarse que algo que usas frecuentemente fue aumentado en más de un 200%?
¿Qué tal si alguien había invertido millones comprando terrenos para una urbanización de viviendas de bajo costo justamente después del peaje?
¿Qué tal si alguien había pensado en ofrecer un servicio de transporte económico que utilizaba el peaje?
¿Qué tal si debes pasar el peaje a diario?
En fin, ¿cómo es posible que algo se haga de golpe y porrazo? ¿Dónde está el respeto hacia los gobernados?
No es definitivo aún… veremos.
La mejor forma de explicar lo que pasa actualmente es haciendo una analogía con el caso de la “Puerta del Conde”.
Estamos frente a una remodelación que se ejecuta realizando un trabajo que borra la visual histórica del monumento, sus grietas, sus imperfecciones, y con ello sus cicatrices históricas, en una labor que por más que se quiera justificar es rechazada por muchos.
Valorada en 35 millones de pesos, el trabajo profesional es muy caro y como con los corruptos que disfrutan a sus anchas convencidos de que jamás serán perseguidos, es un encubrimiento de muy mal gusto.
Todo lo paga el pueblo.
Aún se trate de un simple empañete.
