Un día te levantas y te das cuenta que la vida ya no va a ser como la conoces hasta ese momento.
Eres plenamente consciente de que todo va a cambiar y que tú tendrás que hacerlo también. El primer sentimiento es un profundo miedo a ese cambio, a lo desconocido, a perder el control y sentir que no puedes confiar en nadie.
Después, preocupación por todas aquellas personas a las que amas. Pasas a la aceptación y finalmente a la acción.
Vivan su proceso en estos días en los que todos nos quedamos en casa, tengan la fuerza y el tesón para llegar a la parte de acción reforzados. Debemos unir esfuerzos para seguir hacia delante, que la incertidumbre no ahogue la capacidad de tomar las riendas y decidir cómo queremos que sea este nuevo hoy.
En estos momentos la humanidad debe ser más humana, tener mucha popularidad o muchas cosas materiales ya no te diferencia de quien poco tiene. Lo que estamos viviendo nos dice de golpe algo que se nos ha olvidado: todos somos iguales. Por lo tanto es momento de unir esfuerzos, de dejar el egoísmo que al Covid-19 poco le importa y enfrentar esta pandemia con coraje, sin distinción.
Siempre he pensado que en los momentos difíciles las personas muestran su verdadera cara, creo que ahora seremos más conscientes de muchas cosas. Pero también me emociona ver tantas y tantas muestras de solidaridad, de acercamiento, de unión a pesar de estar entre cuatro paredes.
La distancia, el encierro, la protección que eso da, nos servirá para conocernos mejor, para decidir qué versión nuestra es la que después de 15 días va a salir a la calle para gritarle a ese virus: no vas a ganar. Cuenten conmigo, luchadora soy, ahora con más fuerza.