Llega un momento en tu vida en que te planteas algo: ¿por qué debo cambiar yo y no los demás? Es un proceso de autoconocimiento profundo en el que te aceptas a ti mismo de tal manera que entiendes que son los otros los que deben aceptarte, adaptarse y, en todo caso, cambiar.
Llegar a este punto es positivo, reconocer quién eres, con lo bueno y con lo malo da mucha paz. Ahora, para cerrar el círculo hay que entender que esperar a que sean otros los que cambien no es lo más práctico. No va a pasar. Pero sí hay algo que puedes hacer: saber elegir.
Elige aquellas personas que realmente te aporten algo positivo y no sea una lucha constante el poder integrarlos en tu vida.
Y me refiero incluso a personas capaces de retarte y de removerte pero de forma que sumen y no que sea un conflicto eterno.
Tener personas tóxicas cerca pasa factura. Y está en tu mano cambiar para evitarlas, no esperes que sea al revés.
De igual forma, abrir la puerta a esas personas que aún con su propia forma de ver la vida lleguen a la tuya con una actitud enriquecedora.
Y no esperes que lleguen solas, tienes que tener tú mismo el enfoque para elegirlas, sumarlas a tus dinámicas y sobre todo ser parte de esa relación, no solo esperar, sino también aportar.
Cuando logras todo esto, aceptarte, conocerte y elegir adecuadamente con quien te relacionas, te aseguro que todo fluye de una manera tan natural que cuando llegue alguien tóxico de una vez sabrás identificarlo y sacarlo de tu vida.
Puede que todo esto suene un poco egoísta, pero es necesario porque al final si tú no estás bien, nada a tu alrededor lo estará.