Elegía a una anciana de cinco años

Elegía a una anciana de cinco años

Elegía a una anciana de cinco años

Rafael Molina Morillo, director de El Día

Estuvo cuatro o cinco días en “cuidados intensivos”, soportando las inevitables molestias que le producían los especialistas en su vano intento por prolongarle la vida. Finalmente murió.

Hubo que buscar rápidamente una sustituta de igual o más capacidad que ella para evitar que su prolongada ausencia degenerara en una catástrofe mayor.

Aunque la nueva incumbente me garantizaba un servicio igual o mejor que la que ya moría, confieso que la certeza de que nuestra convivencia llegaba inexorablemente a su fin produjo en mí una profunda herida.

Porque así como cien años luz no son nada en términos astronómicos, un año del calendario convencional equivale a media eternidad. Y en consecuencia mi inseparable computadora MacBook Air era para mí una anciana de cinco años.

La pobre máquina parecía gozar de buena salud, cuando ¡pum! ,de repente se negó a encender.

La vieron afamados “médicos” que finalmente concluyeron que no había nada qué hacer. Como no soy diseñador, arquitecto ni científico, mis requerimientos tecnológicos son mínimos, pero aún así no me siento completo si no tengo a mi lado a mi querida Mac, o en su lugar a su prima hermana iPad2, que también me provee de útiles y divertidos servicios.

Estoy estrenando relaciones con mi nueva computadora. Espero que tenga más larga vida que la anterior, y que la tecnología desacelere su paso para yo no sentirme tan obsoleto como hasta ahora. Como dicen en las monarquías: ¡El Rey ha muerto, viva el Rey!



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