Las elecciones del 5 de julio vuelven a poner en discusión el desafío de un proceso electoral íntegro bajo el liderazgo de una Junta Central Electoral (JCE) responsable de la suspensión de unas elecciones municipales que cuestionan su eficacia institucional y pusieron en peligro la democracia dominicana.
Como se vio en el informe de la OEA, respecto a las elecciones suspendidas, “lo sucedido con la implementación del sistema de votación automatizado fue producto de la mala gestión del área informática de la JCE.
El mal diseño del software, sumado a no haber contado con herramientas para detectar o prevenir la falla y no haber podido mitigarla a tiempo, reflejan también la ausencia de protocolos y la falta de aplicación de buenas prácticas”.
Aunque se haya cancelado al director de informática JCE, los 21 puntos de la auditoría de la OEA reflejan debilidades en este organismo, evidenciadas en insuficientes controles en los procesos y en un liderazgo con falta de previsión, dificultades para generar consenso con los partidos políticos y con resistencia a dotarse de asesorías imparciales e independientes que le alerten de posibles fallos el proceso electoral.
Esas falencias de la JCE profundizan la falta de confianza en las instituciones en República Dominicana. En ese sentido, preocupa la encuesta Barómetro de las Américas de 2019, que señala que dicha confianza cayó a un 28.4% en una escala de 0 a 100.
Para evitar elecciones cuestionadas la JCE necesita fortalecerse.
Mejorar su credibilidad estableciendo un proceso de certificación mundial que evalúe y califique su profesionalismo, independencia y competencia.
Asimismo, el rol de los partidos políticos en relación con esa entidad tiene que ser menos conflictivo y más propositivo. De igual forma, hay que reforzar la construcción de ciudadanía vigilante de la transparencia y la institucionalidad para que se celebren elecciones con integridad.
Que las próximas elecciones, como plantea el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral, contribuyan al avance de la democracia, el desarrollo y los derechos humanos y no socaven dichos progresos, sobre todo ahora que tenemos el reto de una pandemia que debe llevarnos a ser mejores en todo.