República Dominicana celebra unas elecciones sin precedentes, en medio de la pandemia de coronavirus.
Por primera vez desde que empezó la pandemia, un país de América Latina va a las urnas para decidir su destino político.
Luego de que el coronavirus obligara a posponer los comicios en mayo y tras la controvertida cancelación de las elecciones municipales en febrero pasado que llevaron a unas protestas multitudinarias, República Dominicana elige este domingo finalmente nuevo Congreso y presidente.
Seis partidos políticos se disputan las boletas en unas votaciones que muchos analistas califican de extraordinarias y no solo por el contexto de covid-19 en el que se realizan.
Y es que los dominicanos decidirán esta vez si dejan en el poder al partido que ha gobernado 16 de los últimos 20 años y que controla la mayor parte de las instituciones del país o si abrirán paso a una nueva formación política cuyos miembros nunca han ocupado una posición en el Ejecutivo.
Todo indica que pasará esto último: según las encuestas, la mayor parte de los electores se decantaría por una agrupación formada hace apenas seis años, el Partido Revolucionario Moderno y su líder, Luis Abinader.
Aunque, de ser necesaria una segunda vuelta, se cree que se enfrentaría al candidato del gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Gonzalo Castillo, que la mayor parte de las encuestadoras colocan muy por debajo, en segunda posición.
«Son unas elecciones donde también se medirá la fuerza popular entre los que apuntan al descontento con la clase dominante y los que defienden los avances económicos que ha vivido el país en los últimos años», le dice a BBC Mundo la politóloga dominicana Rosario Espinal, profesora de la Universidad de Temple.
Pero, de acuerdo con la experta, el voto también llevará consigo el desafío que deja el coronavirus: quién y cómo se encargará de levantar otra vez Dominicana cuando termine la pandemia.
«Todo sería más fácil si quedaran simplemente los problemas que deja este gobierno de institucionalidad, de corrupción, de justicia debilitada… Pero desafortunadamente me temo que serán opacados por los que traerá la pandemia», señala.
El lado económico
Dominicana llega a nuevo proceso electoral luego de haber desarrollado durante los últimos años un controvertido modelo económico que, según las cifras de casi todos los organismos internacionales, la ha convertido en el país de América Latina que más ha crecido en el último decenio.
Solo entre 2014 y 2019, el ritmo se aceleró a un promedio de 6,3% anual -7% en 2018- lo que algunos economistas no han tardado en llamar «el milagro dominicano».
«Durante los últimos 8 años hemos mantenido un gobierno que ha garantizado la estabilidad macroeconómica. Las autoridades políticas han tenido mucho interés y han logrado mantener estables las principales variables desde la inflación hasta las tasas de interés», cuenta a BBC Mundo el analista Marcelino Lara, del Colegio Dominicano de Economistas.
De acuerdo con el experto, por casi una década el sector del turismo ha logrado desarrollar el crecimiento con ingresos de hasta US$7.000 millones por año, mientras otros sectores como la actividad agropecuaria y las exportaciones también se han consolidado.
Un informe del Banco Mundial asegura que el continuo crecimiento redujo la pobreza y la desigualdad y ayudó a expandir la clase media.
«Empleando las líneas de pobreza regional para América Latina y el Caribe, la pobreza se redujo de 34,4% a 19,9%, mientras que la proporción de la clase media aumentó de 24% a 37% entre 2008 y 2016, superando en número a los pobres por primera vez en 2014», indica el texto.
Sin embargo, la politóloga Olaya Dotel, profesora de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, cree que el crecimiento, más allá de las cifras oficiales, no ha logrado traducirse en mejoras notables en las condiciones de vida de la población.
«Los informes de desarrollo humano desde 2005 han establecido que el gran problema del desarrollo económico de República Dominicana es que crece a partir de actividades económicas altamente concentradoras de la riqueza y las actividades que más empleos producen son aquellas que ofrecen bajos salarios y que tienen grandes exenciones fiscales», dice a BBC Mundo.
Por otro lado, señala, está el hecho de que una de las principales fuentes de «ingresos» en la nación ha sido el endeudamiento.
«Tenemos un gran déficit fiscal que ha sido cubierto por empréstitos y hemos sobrepasado ya unos límites importantísimos en ese sentido. A eso también hay que agregarle que la mayor parte de las actividades económicas en Dominicana son del sector informal», sostiene.
De ahí que, de acuerdo con la analista, la nación tiene una economía que crece y genera riqueza pero que no ha logrado desarrollar una capacidad distributiva.
«A eso hay que sumarle el modelo económico que, si ves los programas de asistencia social y de subsidio a los ingresos, la población beneficiaria ha aumentado con los años, se ha duplicado, lo que habla de un aumento en la cantidad de personas en situación de indigencia aunque las cifras oficiales indiquen otra cosa», señala.
El lado social
Lara recuerda que, durante los últimos 16 años, Dominicana no solo ha mostrado signos de progreso económico ininterrumpido, sino que el gobierno ahora saliente ha tomado diversas medidas en beneficio de las capas más desfavorecidas de la sociedad.
«Se han puesto en práctica programas de beneficios sociales que permite hacer transferencia directa a los pobres y beneficiarlos en los pagos de gas, luz, comida, acceso a un sistema unificado de beneficios sociales y educación gratuita», considera.
El sociólogo dominicano Carlos de Peña Evertsz, por su parte, señala que si bien el crecimiento económico también ha propiciado el desarrollo de mayor infraestructura de educación y la salud, esto no implica que los grandes problemas en estos sectores se hayan solucionado.
«El gobierno saliente deja un país con una grandes precariedades en el tema de la salud al no desarrollar la atención primaria como estaba pautada en la Ley General de Salud y de Seguridad social y deja también un país con mayor infraestructura de educación, pero con grandes carencias de conciencia cívica, de vocación ciudadana, de formación holística», afirma.
«También está el tema de la seguridad ciudadana, en el que deberíamos tener indicadores más avanzados y el aspecto de cómo el narcotráfico ha penetrado en la vida de los barrios, cómo la droga se convirtió en un factor importante para los jóvenes en los barrios», agrega.
Dotel, por su parte, señala que el país llega a los comicios con una «deuda en materia de agua potable, salud pública y educación» que ahora el coronavirus parece solo agravar.
«Llegamos a las elecciones como una sociedad maltrecha y en crisis como resultado de un gobierno que nos va a legar una sociedad con crisis económica, sanitaria y grandes debilidades en la oferta de servicios que son fundamentales para la sociedad, como el agua potable», señala.
El lado político
El inicio del crecimiento económico de Dominicana se dio casi en paralelo con una serie de escándalos políticos que hicieron a un sector de la clase media distanciarse del partido en el poder.
Dotel recuerda una reforma realizada hace una década por el entonces presidente y ahora nuevamente candidato Leonel Fernández, que le garantizó al PLD contar con mayorías tanto en el poder legislativo como judicial.
«El lugar en el que estamos en estos momentos viene de 2010 y fue un proceso creciente de control de la institucionalidad que le permitió al gobierno gestionar los procesos democráticos desde el sistema de garantías constitucionales hasta el árbitro electoral», considera.
Peña Evertsz señala, por su parte, que otro factor que propició un punto de quiebre y que comenzó a generar un inusitado descontento popular tuvo lugar a finales de 2016, cuando se descubrió que una de las principales oficinas que utilizaba Odebrecht para sus coimas estaba en Santo Domingo.
El escándalo de sobornos internacionales salpicó a figuras cercanas al gobierno, incluido el asesor de campaña del ahora saliente presidente Danilo Medina, aunque hasta la fecha nadie ha sido juzgado.
«Durante todo ese tiempo, el gobierno ha manifestado una marcada, evidente y explícita vocación a corromperse para beneficio y privilegio de un pequeño grupo», acusa Peña Evertsz, también coordinador del Observatorio de Desigualdad Flacso Dominicana.
Dotel, por su parte, considera en ese sentido que uno de los temas que más rechazo ha generado entre algunos sectores de la población es la falta de procesos civiles contra personas acusadas de corrupción, incluidos los del caso Odebrecht.
«Más que la corrupción es la impunidad como consecuencia del control que hoy tiene el gobierno del sistema judicial, lo que ha imposibilitado que las acusaciones de corrupción tengan sentencia y que algunos de los principales casos no hayan sido acusados», señala.
De acuerdo con Espinal, la suma de corrupción, impunidad y control de la institucionalidad más los problemas sociales que el país no ha sido capaz de resolver han conllevado a un descontento social que, en su opinión, podría dejar su huella en los resultados de los comicios de este domingo.
«El cansancio y el hartazgo político se está expresando sobre todo en las capas medias donde es más fuerte la oposición al partido en el gobierno, pero sin embargo, su apoyo entre las clases populares sigue siendo creciente», señala.
«Por lo que creo que los resultados de los comicios llevarán a que ningún partido tenga mayoría en el Congreso y esto hará más difícil gobernar en un contexto tan difícil como en el que ocurre esta pandemia, quizás el más complicado de nuestra historia democrática», agrega.