No hubo ninguna sorpresa, pero ahora se abren varias incógnitas.
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, de 75 años, fue reelegido el domingo por cuarta vez en una de las elecciones más cuestionadas en la historia de Nicaragua y calificadas de «pantomima» por Estados Unidos porque todos los principales candidatos opositores a Ortega están en la cárcel.
Son de esperar más sanciones por parte de la comunidad internacional e incluso se podría ver afectado el tratado de libre comercio que hay entre el país y Estados Unidos, su principal socio comercial.
La Unión Europea (UE) también rechazó los resultados y dijo este lunes que las elecciones «completan la conversión de Nicaragua en un régimen autocrático», después de que Ortega detuvo a opositores ylíderes empresariales, canceló partidos rivales y criminalizó la disidencia durante meses.
Ortega, un exrebelde marxista que ayudó a derrocar la dictadura derechista de la familia Somoza a fines de los años 70, dice que está defendiendo a su país contra adversarios sin escrúpulos empeñados en derrocarlo con la ayuda de potencias extranjeras.
Cuáles son ahora los posibles escenarios en el pequeño país centroamericano? ¿Qué puede deparar un nuevo mandato de Ortega como presidente y su esposa, Rosario Murillo, como vicepresidenta? ¿Cuál será el papel de la oposición? ¿Cómo reaccionará la comunidad internacional ante los desafíos de Ortega?
1. ¿Qué puede hacer la oposición?
Históricamente la oposición nicaragüense ha estado dividida, aunque, según el analista político Enrique Sáenz, la represión del gobierno de Ortega les ha hecho crear un frente común.
«Curiosamente Ortega ha contribuido a la unión de la oposición. Aquí ya nadie se pregunta si es de izquierda o de derecha, las diferencias han quedado atrás y la gente tiene claro que aquí es democracia contra dictadura», dice Sáenz.
La oposición nicaragüense ha estado dividida desde antes de que Ortega volviera al poder en 2007. Difieren sobre todo en la manera de hacerle frente.
Sáenz, crítico con el oficialismo, cree que la oposición, la mayoría en el exilio, presa o semiclandestina, debe seguir unida coordinando acciones para presionar al gobierno.
«Ya ha habido acercamientos para buscar la unidad y superar desconfianzas y en algunas cosas se ha trabajado de forma coordinada», dijo este lunes a BBC Mundo Juan Diego Barberena, uno de los dirigentes de la Unidad Nacional Azul y Blanco, Unab, uno de los grupos opositores más grandes y con muchos de sus miembros presos en Nicaragua.
«Lo ideológico se ha puesto a un lado. Creo que ahora que ya pasaron las elecciones, que era la principal piedra de división, se va a poder dar la unidad porque es vital para avanzar y acorralar a la dictadura», agregó Barberena.
2. ¿Qué se puede esperar de la comunidad internacional?
El analista político Oscar René Vargas, sandinista disidente, dice que Ortega esperará a ver cómo «soplan los vientos» a nivel internacional en todo el mes de noviembre para decidir qué hacer.
Mayoritariamente la comunidad internacional este lunes rechazó las elecciones, pero Nicaragua cuenta con el apoyo de Cuba, Venezuela, Rusia e Irán, entre otros.
«Él debe querer barajar muchas cartas. Va a esperar los resultados de las elecciones en Honduras (donde su aliado Juan Orlando Hernández busca su segunda reelección consecutiva el 28 de noviembre) y el resultado de las municipales en Venezuela (el 21 de noviembre)» para luego decidir qué hacer, dice Vargas.
Pero también va «a esperar la reacción de la comunidad internacional a su reelección y el alcance de las sanciones de Estados Unidos y Europa», asegura el sociólogo.
Estados Unidos aprobó la semana pasada una ley para impulsar más sanciones en contra de Ortega, entre ellas una posible revisión de un tratado de libre comercio por el que ingresan a mercados estadounidenses el 60% de las exportaciones nicaragüenses.
Pero analistas internacionales prevén una situación complicada para el presidente de Estados Unidos, Joe Biden.
Bloquear el tratado de libre comercio empobrecería aún mas al país, uno de los más pobres de Latinoamérica, y empujaría más migrantes hacia la vecina Costa Rica y hacia Estados Unidos.
Hasta el momento, los nicaragüenses son minoría migrando hacia el norte, entre un gran número de hondureños, salvadoreños y guatemaltecos, aunque el flujo migratorio ha crecido en lo que va de 2021.
Y por otro, alegan los expertos, si Estados Unidos no hace nada contra Ortega, podría motivar a los otros presidentes del Triangulo Norte de Centroamérica a cambiar las reglas de la democracia para perpetuarse en el poder.
Pero también un Ortega acorralado por los países occidentales podría tirarse a los brazos de China (aunque tenga relaciones diplomáticas con Taiwán), Irán o reforzar sus relaciones con Rusia.
Pese a esos peligros «es fundamental redoblar la presión internacional para exigir la liberación de los presos políticos, y que se reestablezca la democracia en Nicaragua», dijo en su cuenta de Twitter el director de la División de las Américas de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco.
3. ¿Cuál será la relación de Ortega con los empresarios y su impacto en la economía?
Después de imponerse de manera arrolladora sin oposición, Ortega podría llamar a los grandes empresarios, con quienes mantuvo una alianza hasta 2018, a un diálogo nacional, según el exdiputado opositor Eliseo Núñez, para tratar de recomponer sus relaciones e intentar «congelar» las nuevas sanciones que previsiblemente impondrá la comunidad internacional.
«Para eso puede soltar a algunos presos políticos, para que los empresarios justifiquen de esa manera sentarse de nuevo con Ortega», pronostica Núñez.
Hasta las protestas de 2018, en las que hubo 328 muertos, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Ortega mantuvo una relación de aliados con la empresa privada. Pero los empresarios se unieron a las manifestaciones en contra de su gobierno y a partir de 2018 esa ruptura tuvo efectos para el país: el Producto Interno Bruto cayó por tres años consecutivos a partir de entonces.
«Las movilizaciones sociales marcaron un punto de inflexión en la relación del sector privado y el gobierno», le comenta a BBC Mundo Tiziano Breda, analista para Centroamérica de la organización International Crisis Group.
Cuatro de los principales representantes del empresariado están ahora presos acusados de «conspiración», «pedir intervenciones militares», «terrorismo», «traición a la patria» y «lavado de dinero».
La vicepresidenta de Ortega es su esposa Rosario Murillo, quien para muchos opositores en Nicaragua es quien realmente ostenta el poder en el país centroamericano.
Las señales indican que el modelo de consenso que por tantos años operó en Nicaragua está, al menos momentáneamente, fracturado.
La pregunta que muchos se hacen es qué pasará con la relación entre el empresariado y el gobierno ahora que Ortega se aseguró su continuidad en el poder.
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