Familiares del soldado Marcus Viana Ribeiro, quien murió a tiros durante un operativo contra bandas de narcotraficantes en Río de Janeiro, en su entierro el 23 de agosto.
Este domingo los brasileños acudirán a las urnas para elegir a un nuevo presidente y legisladores y uno de los temas que pudiese ser determinante a la hora de decidir por quién votar es la violencia criminal.
Dos encuestas recientes indican que existe una creciente preocupación entre los brasileños por las altas tasas de violencia.
Los candidatos en todo el espectro político han prometido en sus campañas enfocarse en ese problema.
El candidato de la ultraderecha Jair Bolsonaro, quien lidera las encuestas, dijo que quiere reforzar a las fuerzas policiales, pero también quiere relajar la legislación sobre control de armas.
«¡La seguridad es nuestra prioridad. Es urgente! El pueblo necesita trabajos, quiere educación, pero eso no tiene sentido si siguen siendo atracados de camino a sus trabajos. No tiene sentido si el narcotráfico se mantiene en las puertas de las escuelas», indicó el aspirante en un mensaje publicado en su cuenta de Twitter, en septiembre.
El candidato de la izquierda, Fernando Haddad, se refirió al desafío que representa el narcotráfico para Brasil.
«Estamos engañando a la gente diciéndole que estamos luchando contra algo. No estamos combatiendo nada. Estamos perdiendo la guerra«, indicó.
La ambientalista y candidata Marina Silva denunció la violencia contra las mujeres.
Y es que en 2017, las autoridades brasileñas registraron más de 60.000 violaciones, aunque los expertos dicen que la cifra real pudiese ser más alta.
El equipo de Reality Check de la BBC y el servicio brasileño de la BBC investigaron la escala del problema.
El norte del país
En 2017, se registraron más de 60.000 asesinatos en el país, de acuerdo con un estudio de la organización no gubernamental Foro Brasileño de Seguridad Pública, la cual recopila y analiza datos sobre crimen de fuentes gubernamentales, tanto del Estado como federales.
Esa cifra incluye los asesinatos vinculados con intervenciones policiales.
El año pasado, la tasa nacional de homicidios era de 30,8 por 100.000 habitantes.
Información del instituto afiliado al gobierno IPEA (Instituto de Pesquisa Economica Aplicada) de 2016 revela que la mayoría de las víctimas fueron hombres y la mitad de ellos tenían entre 15 y 29 años.
La tasa de víctimas negras en 2016 era más del doble que la de otro grupo racial.
De los cinco estados con las tasas de homicidios más altas del país, cuatro de ellos están en el noreste de Brasil.
Rio Grande do Norte posee la tasa de homicidios más alta del país con 68 por 100.000 habitantes.
En la última década, la tasa en ese estado ha aumentado en más de 250%, de acuerdo con IPEA.
El estado de Acre, en la frontera noroccidental con Perú, registró la segunda tasa de homicidios más alta.
Cada uno de los cinco estados reportaron un incremento comparado con lo registrado el año previo. En el caso de Acre y Ceará el porcentaje superó el 40%.
País de tránsito
Pero ¿qué ha causado esta explosión de violencia?
El lucrativo negocio del narcotráfico es uno de los factores principales.
Carteles rivales luchan por el control de las rutas de transporte de la cocaína que llega de Colombia, Bolivia y Perú.
Las Naciones Unidas han hecho ver el destacado rol que Brasil desempeña en el comercio internacional de cocaína, no como productor sino como un país de tránsito.
Algunos de los brasileños que viven en la región sureste del país, que es más rica, se han vuelto consumidores de cocaína.
Además grandes cantidades del estupefaciente también son enviadas a Europa, África y Asia.
El problema carcelario
Brasil también experimenta una creciente población carcelaria.
Fernando Haddad, del partido de izquierda del expresidente Luiz Inácio «Lula» da Silva, señaló durante la campaña que la población en las prisiones se había duplicado en un periodo de 10 años.
Y su planteamiento no es errado.
Es el tercer país con la población penitenciaria más alta del mundo, de acuerdo con World Prison Brief, una base de datos en internet que recopila información sobre los sistemas penitenciarios en decenas de países y es parte del Instituto para la Investigación de Políticas contra el Crimen de la Universidad de Londres.
El número de presos en las cárceles brasileñas en 2016 era de 353 por 100.000 personas, mientras que en 2000 era 137.
La presencia dominante de bandas y pandillas en las prisiones fortalece los lazos que los detenidos tienen con las actividades delictivas internas y externas.
Ese vínculo es muy difícil de deshacer, dice Roberta Astolfi, experta en crimen del Foro de Seguridad Pública.
«El crimen es una opción para los hombres jóvenes»
Pero la escalada de violencia también está vinculada con múltiples factores socioeconómicos, indican los especialistas.
«No llegamos a pensar que la violencia aumentaría en los estados del norte», señala Astolfi.
El crecimiento económico en la primera década del 2000 permitió la mejora de los niveles de vida incluso en las partes más pobres de Brasil.
Pero las oportunidades todavía son muy limitadas para los jóvenes y muchos de ellos tienen que abandonar la escuela a alrededor de los 15 años, indica la experta.
«El crimen es una opción servida en la mesa para los hombres jóvenes en las periferias de las ciudades», añade.
Los expertos también culpan de la situación a las deficientemente implementadas leyes sobre armas y la disminución de los recursos para los cuerpos policiales.
Los casos de Sao Paulo y Río de Janeiro
En medio de ese panorama, se ha registrado un descenso sostenido de asesinatos en el estado más poblado de Brasil: Sao Paulo.
En su territorio está la ciudad que lleva el mismo nombre y que tiene 13 millones de habitantes.
Pero pese a esa disminución reportada, el nivel de criminalidad sigue siendo alto: en 2017, en ese estado, hubo más de 4.000 asesinatos.
En Río de Janeiro, los asesinatos han disminuido si se compara con las estadísticas de finales de la década de los años noventa, pero el estado todavía registra una de las tasas de homicidios más altas del país.
A la policía le cuesta tener el control de partes de la ciudad, indican los expertos, especialmente en los sectores más pobres de la ciudad, conocidos como favelas.
«Grupos de crimen organizado como el Comando Rojo y el Tercer Comando cada vez más desafían a las autoridades y ellos mismos están en conflicto entre sí por el control de las favelas«, señala Antonio Sampaio, un investigador sobre conflictos y seguridad en el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos.
Intervenciones policiales
El rol de la policía ha estado muy presente en las campañas y los debates preelectorales.
Bolsonaro quiere tácticas policiales más duras contra la delincuencia urbana y el narcotráfico.
Otros candidatos creen que es fundamental cambiar la forma en que las diferentes ramas encargadas de aplicar la ley llevan a cabo las investigaciones sobre el crimen organizado.
También se ha registrado un aumento en el número de muertes relacionadas con las intervenciones de la policía.
Las cifras han ido en aumento de 2.212 en 2013 a 5.159 en 2017, de acuerdo con el Foto de Seguridad Pública.
El año pasado, 367 policías fueron asesinados, lo cual representa un descenso con respecto a 2016.
La mayoría de las muertes ocurrieron cuando los agentes estaban fuera de servicio.
Dada la importancia que se le ha dado a debatir el tema del crimen en Brasil, es muy probable que el próximo presidente sea juzgado por cuán exitoso fue combatiéndolo.