El veneno del chisme

El veneno del chisme

El veneno del chisme

David Alvarez

En una reciente homilía Francisco señalaba que: «La desinformación, la difamación y la calumnia son pecados», más allá enfatizaba Bergoglio que con los rumores se busca usualmente «arruinar la reputación de una persona» y en consecuencia al afirmar cosas «que no son verdad» se busca «matar al hermano».

Es un pecado grave que existe en la Iglesia y en la sociedad dominicana. Un grave hábito cultural, herencia del autoritarismo trujillista y que se expresa en todos los ámbitos de nuestras relaciones interpersonales.

En nuestro país nos referimos a ese grave defecto como chisme y a quien lo difunde chismoso. En los ámbitos familiares, laborales, políticos, medios de comunicación y demás, abundan los chismosos, y el chisme se usa como arma para dañar la buena reputación de los demás y sobre todo descalificar a quienes por un motivo u otro se consideran competidores por una posición o prestigio.

El chismoso es por naturaleza alguien con una baja autoestima, carente de fidelidad y sobre todo rencoroso.

Es un defecto de la psiquis, un vicio social y un pecado.

Más grave que difundir chismes es convertirse en receptor de chismes y actuar en función de ellos. Un liderazgo o responsable en la toma de una decisión se vuelve tan despreciable como el chismoso cuando se le conoce como sensible a escuchar chismes o favorecedor de una cultura de chismes en su área de influencia.

Los chismosos descubren rápido si quien les escucha le hace caso o detesta los chismes.

 



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