SANTO DOMINGO.– José Luis Corripio Estrada (Pepín) prefiere desviar la conversación a otras reflexiones cuando sus interlocutores le atribuyen brillantez como empresario, elogian su historial como emprendedor o de los reconocimientos que ha recibido.
A veces pareciera que hasta se sonroja.
Sentado en su oficina mientras responde preguntas de los entrevistadores, Corripio aprovecha cada oportunidad para recalcar que sus dotes empresariales los adquirió por influencia familiar, no por ninguna capacidad mental especial, y reafirma que sus ejecutorias son el resultado del trabajo constante y del sacrificio.
De sus primeros años de vida, mientras se educaba en el Colegio La Salle, cita las partidas de baloncesto pasado el mediodía cuando retornaba a la casa para comer; las carreras de bolitas en las cunetas de la avenida Mella en medio del lodo y los desechos del principal mercado de la ciudad y el paseo permanente entre el negocio familiar y la casa donde vivían, ambos ubicados en el mismo lugar.
Historia familiar
El primer integrante de la familia en llegar al país fue Ramón Corripio (su tío) en 1917, contando tan solo con diecisiete años de edad.
Pepín recuerda que de manera recurrente, su padre Manuel decía que había venido en un barco en tercera clase porque no había cuarta. Luego, en 1920 hizo lo propio Manuel Corripio, su padre.
Entre 1920 y 1925, ambos hermanos trabajaron juntos llegando a tener como compañero de trabajo y de cuarto, a Juan Emilio Bosch Gaviño, quien años más tarde se convertiría en el primer presidente democrático en la era post Trujillo en República Dominicana.
Como dato al margen, entre las visitas que para la época frecuentaban a Bosch en el negocio ubicado frente al Parque Independencia, se encontraban Rómulo Betancourt y un joven llamado Joaquín Balaguer, quienes solían tertuliar por horas.
Para 1925, los hermanos Ramón y Manuel se independizaron fundando un pequeño almacén de provisiones.
El retorno
Pero el tres de septiembre de 1930 el ciclón San Zenón destruyó Santo Domingo, por lo que decidieron regresar a España, encontrándose con los primeros movimientos políticos que condujeron a la guerra civil española.
Fue así como retornaron al país en 1936. “Antes de retornar, tío Ramón estuvo casi un año en La Habana, pero se decidió por Santo Domingo, razonando de forma simple que prefería trabajar en un país que no estuviera tan desarrollado, pues allá se requería de un capital de inversión mayor”, declara Pepín.
Fue así como la familia decidió enlazar su destino de manera definitiva con la República Dominicana y su gente.
Primeros años
Manuel contrajo matrimonio en España con la señora Sara Estrada en 1932. Pepín llegó al mundo el doce de marzo del año 1934.
“Ya en el 1938, teniendo cuatro años de edad, vine al país con mi mamá y otros miembros de la familia que habían permanecido en España”.
El cambio de ambiente a Pepín no le agradó inicialmente, porque estaba encariñado con el lugar donde vivía en su pueblo natal. “Fue traumático, lloré muchísimo; las vacas tenían nombres, había siembra de manzanas y ya uno estaba aclimatado. Era una finca productora de manzanas y de leche no muy grande”, comenta Corripio.
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La adaptación, sin embargo, fue rápida. Solo tenía cuatro años y vivía en un lugar de mucha actividad con una presencia significativa de árabes que habían anidado sus negocios en la avenida Mella junto al Mercado Modelo inaugurado por Trujillo en 1942. Los primeros dos años de colegiatura los hizo en el Colegio Quisqueya y el resto en el Colegio La Salle.
Su tiempo lo debió de distribuir para hacer espacio al estudio del idioma inglés con profesores particulares.
“Mis padres vieron lo que uno necesitaba como formación.
Eran cosas que ellos no tuvieron por las guerras y que necesitarían haber tenido para su desarrollo integral. Pusieron un profesor judío a darme clases de inglés desde los siete años. El último profesor fue mister Morrison, el papá de Mateo Morrison”, cuenta.
Relaciones primarias
La familia Corripio sobrevivió a la dictadura en una época en que buenos negocios pasaron al erario.
“Era una época muy difícil porque había que tener cuidado de no lesionar intereses de la familia gobernante. La política de papá fue de no tomar participación y mantenerse distante de toda clase de compromisos con la clase política de aquel entonces”.
Pepín fue compañero de pupitre en La Salle de Francisco Alberto Caamaño Deñó, pues el orden era determinado por los apellidos “y al parecer entre Caamaño y Corripio no había otra persona”.
Para la época de la Revolución de 1965 jugaba al dominó con los combatientes, idealizaban sobre una futura victoria y la confiscación de las propiedades a los empresarios, incluyendo a su propio interlocutor, Pepín Corripio.
Su salida en esa conversación provocó las risas de todos. Les planteó que en el hipotético caso de que le confiscaran sus negocios, que entonces lo contrataran a él mismo para manejarlos, porque él lo haría mejor que ellos.
Pepín Corripio desarrolló un marcado interés por la filosofía. De hecho, era lo que quería estudiar. Asistía como oyente a estas cátedras que impartía el sacerdote jesuita González Posada en la Universidad de Santo Domingo.
Impacto familiar
A sus hijos Ana, Lucía, Manuel y José Alfredo, a quienes procreó tras contraer nupcias en 1963 con Ana María Alonso, quien ha sido su compañera de toda la vida, asegura haberlos educado utilizando el mismo método que utilizaron con él: el ejemplo.
“Papá nunca me dijo vete a trabajar, sino vamos a trabajar. La forma más difícil de educar es en la abundancia. El valor de las cosas lo determina el sacrificio y el esfuerzo que cuesta adquirirlas”.
Cuenta que su primer vehículo lo compró usado a los 27 años de edad, y la primera casa propia a los 40 años. Prefería postergar el gasto no indispensable y tener capital para trabajar.
Perfil
Nació:12 marzo 1934
Villa:Villaviciosa (Asturias, España)
Padre:Manuel Corripio
Madre: Sara Estrada
El éxito
Al hablar del éxito le gusta distinguir si se refiere al económico, al intelectual o al familiar.