El tributo a la paciencia

El tributo a la paciencia

El tributo a la paciencia

La política mediada por la corrupción y la ambición del poder, ha levantado en América Latina y el Caribe oleadas de manifestaciones contra disposiciones  que perjudican los sectores más empobrecidos de nuestros pueblos.

En Puerto Rico la revelación de un  chat provocó  una cantidad de  protestas que fueron  la «gota que rebosó  el vaso» de los puertorriqueños, y los casos de corrupción que se habían ido destapando en el territorio formaron parte de ese malestar ciudadano, dando como resultado la renuncia del Gobernador de ese país, Ricardo Rosselló.

Ecuador durante 40 años mantuvo un subsidio para mantener el precio de los combustibles en niveles bajo, pero el 2 de octubre de este año esa medida cambió y el presidente Lenin Moreno acató recomendaciones del Fondo Monetario Internacional para recortar los subsidios a la gasolina, generando el descontento de los pueblos del Ecuador y provocando manifestaciones durante varias semanas, obligando al presidente Moreno anular el decreto del llamado plan de austeridad.

El pueblo Haitiano hace 16 meses inició  manifestaciones  por las subidas de precios de los alimentos, la corrupción gubernamental y otras reclamaciones,  pero volvió  a la carga pidiendo hace siete semanas  la renuncia del presidente Jovenel Moise, y la actual es la cuarta oleada, con graves efectos en la educación, la sanidad y el transporte, provocando al menos 42 personas  fallecidas, 19 de ellas a manos de las fuerzas de seguridad, según la Oficina de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

En Chile  se desató una crisis hace varias semanas  cuando, por recomendación de un panel de expertos del Transporte Público, el gobierno del presidente Sebastián Piñera decidió subir el precio del pasaje del Metro en 30 pesos, llegando a un máximo de 830 pesos (US$1,17 aproximadamente).

A modo de protesta, estudiantes comenzaron a realizar «evasiones masivas» en el metro, levantando torniquetes para ingresar a los andenes sin pagar.

La situación fue tal que el pueblo tomó  las calles de la capital Chilena, Santiago, con quema de diversas estaciones de metro y buses y ataques a cientos de instalaciones públicas, forzando al presidente Piñera a ceder y suspender el alza de la tarifa del metro. Esto después de los toques de queda y el abuso de la policía  chilena que provocó  la muerte de al menos 18 personas durante las protestas.

En Bolivia, tras las elecciones el 20 de octubre han dejado un país convulsionado ante la eventual reelección del presidente Evo Morales y por otro lado la oposición que ha tomado las calles denunciando un supuesto fraude electoral.

En tanto los dominicanos,  ante una América Latina convulsa, pareciera que asumimos “ la paciencia de Job”. En éste país de las maravillas venden un barrio  como los tres brazos   con TO’  y gente a precio de «vaca muerta», venden bahía de las Águilas, construyen paradas de autobús en parque como el Mirador del Este, aprueban contratos de explotación con  Barrick Gold Corporation 70 -30 en desmedro del Estado, quisieron explotar la reserva natural como los Haitises y ahora van por Mirador Sur en pleno centro de la Capital Dominicana.

Esto sin sumarle los aviones Tucanos, lo 130 millones de la sun lam, sobrevaluación de Punta Catalina y los involucrados en el caso Odebrech .
En 1970 Eduardo Galeano escribió las venas abierta de América Latina y decía que  «Escribí Las venas para difundir ideas ajenas y experiencias propias que quizás ayuden un poquito, en su realista medida, a despejar los interrogantes que nos persiguen desde siempre: ¿es América Latina una región del mundo condenada a la humillación y a la pobreza? ¿Condenada por quién? ¿Culpa de Dios, culpa de la naturaleza? ¿No será la desgracia un producto de la historia, hecha por los hombres y que por los hombres puede, por lo tanto, ser deshecha?».

Lo dominicanos somos unos tolerantes sin agua potable, sin transporte público de calidad, con un sistema de salud natimuerto y los actos de corrupción en todos los niveles públicos y privados no nos dan un solo respiro.

Ojalá lo pacífico y tolerante no sea un tributo a la paciencia histórica desde el ajusticiamiento del tirano hasta nuestros días.