Pedro Frías y Ramona Rozón llevan trasplantados 9 y 17 años, respectivamente, con una mejor calidad de vida. Henry Santiago
Santo Domingo.-“Tener la oportunidad de un trasplante de órgano es como volver de nuevo a la vida”, así definen dos pacientes el proceso por el que pasaron años atrás, tras padecer insuficiencia renal crónica
Pedro Luis Frías y Ramona Rozón abrieron su corazón a EL DÍA, para narrar esta experiencia que les ha permitido vivir como cualquier otra persona y desarrollarse.
Con 10 años de edad, Frías fue diagnosticado con esa condición, que le obligaba a faltar dos días a la semana al colegio en el distrito municipal de Pantoja en Los Alcarrizos.
Luego de seis años recibiendo diálisis tres veces a la semana y más de dos años en lista de espera, se enteraron que la solución a su problema de salud siempre estuvo a su lado en ese camino, su madre.
Ahora el problema era conseguir los 700 mil pesos que costaba ese trasplante de riñón para 2012, esto sin contar el gasto en analíticas que se requerían para la cirugía, por lo que se elevaba a alrededor de un millón de pesos.
Consiguió apoyo a través de la Fundación Dominicana Pro-Ayuda a Pacientes Renales y Trasplantados, (Fundopart), a la que ambos pacientes pertenecen y orientan a otros que pasan por el proceso.
Este joven, de 25 años de edad, que para entonces tenía 16 años, tuvo un trasplante de vivo relacionado en el Hospital General de la Plaza de la Salud (HGPS), que es el centro que más trasplantes realiza en el país.
De su lado, Rozón fue diagnosticada también con insuficiencia renal crónica en el año 2001 y en el 2007 recibió el trasplante, por parte de su medio hermano.
Para conseguir el dinero del trasplante, que en ese tiempo estaba en 300 mil pesos, hizo unos volantes de mil pesos para obtenerlo, pero no era suficiente. Por tal razón, acudió al Despacho de la Primera Dama y a las dos semanas la llamaron para informarle que en el Centro de Diagnóstico Medicina Avanzada y Telemedicina (Cedimat) le harían el proceso y que estaba todo cubierto.
Antes
Con las marcas en sus cuerpos dejadas por la diálisis, estos pacientes recuerdan lo duro de su vida antes del trasplante, pues someterse a esta era desgastante.
Los malestares como vómitos, náuseas, debilidad para caminar y desorientación, eran solo algunas de las escenas por las que pasaban.
Lo más triste, según comentaron a este medio, era ver morir a aquellos compañeros que se dializaban y que en ocasiones morían frente a sus ojos.
Por otro lado, los familiares que decidieron donar los órganos a sus seres queridos fueron cuestionados por amigos, que veían innecesaria la acción, diciendo que ambos podían morir.
En la actualidad
La sonrisa por la felicidad que sienten de vivir y no tener que depender de una máquina iluminaba los rostros de estas personas a las que el trasplante les permitió seguir superándose tanto a nivel personal como profesional.
Actualmente, Frías se desenvuelve como profesional en mercadotecnia, mientras Rozón es auxiliar de oficina en el área de comercialización del Instituto de Estabilización de Precios (Inespre).
El trasplante les permite comer alimentos que antes no se les permitía por sus problemas
Medicamentos
Estos pacientes tienen una misión diaria de tomar medicamentos inmunosupresores para evitar rechazo del órgano trasplantado y esto varía en cantidad y frecuencia según cada persona.
En el caso de Frías debe tomarlos dos veces al día, mientras Rozón lo hace solo una vez.
Frías adquiere sus medicamentos vía el Programa de Medicamentos de Alto Costo del Ministerio de Salud Pública y Rozón los consigue a través del seguro de salud, completando con 36 mil pesos en el mes de noviembre el millón de pesos anual para sus medicinas.
Experiencias
—1— La dedicación
Ambos pacientes valoran el amor con el que fueron tratados por el personal de salud.
—2— La ayuda
Pedro y Ramona consideran que el apoyo de la familia y los amigos fue esencial.
—3— Recomendación
Exhortan a pacientes a no rendirse, que busquen opciones y mantengan la esperanza.
