El tránsito vehicular y sus consecuencias son en República Dominicana son un gran problema social, y también de salud pública y medioambiental.
El tránsito genera multitud de fastidios y de peligros. No son pocos los casos en que discusiones entre conductores, por la forma de manejo, han originado incidentes que terminan en desenlaces fatales.
La falta de educación, el machismo, la falta de cortesía ante los demás conductores y los peatones, así como el irrespeto a las reglas de tránsito pululan por nuestras calles, evidenciando la creencia de muchos de que sólo ellos tienen prisa y derechos.
Pero lo más grave es la gran cantidad de vidas humanas que se pierden en el país, sobre todo de personas jóvenes, por accidentes de tránsito. Nuestros medios de prensa han destacado recientemente la ocurrencia de 27,816 muertes por estos accidentes en los últimos 16 años.
Estos accidentes constituyen la principal causa de muerte en nuestra población comprendida entre 5 a 29 años de edad, según lo expuso el ministro de Salud, Dr. Rafael Sánchez Cárdenas, en el Tercer Foro Nacional sobre la siniestralidad vial en República Dominicana. Penosamente muchos aspectos de nuestra realidad actual hacen pensar que la problemática expuesta tenderá a incrementarse.
La violencia sonora, la contaminación y el deterioro de las vías, son otros de los serios problemas que se producen por efecto de nuestro caótico tránsito vehicular.
Como muestra, nada más hay que ver lo que sucede todos los días en la avenida Máximo Gómez, sobre todo de 3 p. m. a 7 p. m., en su tramo comprendido entre la avenida Independencia y la 27 de Febrero, donde por ambas vías circula una gran cantidad y variedad de camiones, contenedores y demás vehículos pesados, no importando si ocupan el carril de la izquierda o el de la derecha.
Es tal la proporción de vehículos pesados que circula por dicha avenida, que se puede observar el hundimiento del pavimento, principalmente entre la Juan Sánchez Ramírez y la avenida 27 de Febrero, por efecto del peso extraordinario y constante de vehículos del mayor tonelaje.
Y sobre los gases contaminantes que allí se emiten, ni hablar. Lo que ahí pasa y un pandemónium es la misma cosa.
Entiendo que mientras el país vea crecer su parque vehicular sin que se asuma ninguna regulación para la circulación el problema crecerá.
El tránsito seguirá siendo un serio problema mientras no se penalice drásticamente la velocidad de las “voladoras”, guaguas, y contenedores, y mientras no se investigue si es cierto que muchos camioneros y conductores de patanas consumen sustancias estimulantes para poder cumplir con los largos horarios que les imponen grandes empresas. Mientras tanto, roguemos para “que Dios nos coja confesados”.