Obtener un título de campeón de la NBA, considerado el mejor baloncesto del mundo, es para cualquier atleta, una bendición de Dios, y más, cuando ya se está en el tramo final de una carrera de 17 años, luchando en cuerpo y alma por ese objetivo, un regalo que muy pocos tienen la oportunidad de lograr.
Precisamente, ese fue el premio que obtuvo el dominicano Al Horford, cuando los Celtics de Boston se coronaron campeones el pasado lunes, para convertirse en el equipo más ganador en la historia de la liga, con un total de 18 coronas, una más que los Lakers de Los Ángeles.
Me llenó de satisfacción la demostración de solidaridad de los miles de aficionados que lo aclamaron, junto a su familia, Amelia Vega y sus cinco hijos, que exhibieron orgullosas la bandera dominicana durante la celebración multitudinaria en el TD Garden.
Ese es un momento que jamás olvidarán los dominicanos, aunque algunos amargados han venido denostando a Horford, por no participar integrarse a la selección dominicana en competencias internacionales.
La realidad es que aquí hay un grupitos minúsculos siempre fabrican de una forma u otra, desacreditar, ofender y agraviar, porque en el fondo el objetivo es acabar con el otro, sin analizar las causas reales.
Felicitaciones a Horford, quien ha sabido luchar a brazos partidos para obtener el mayor logro que busca un atleta a ese nivel. Además, hay que recordar que para obtener ese logro le tomó. 186 partidos jugando en postemporada.
Las críticas seguirán fluyendo por no integrarse a la selección dominicana, pero lo mejor que debe hacer es disfrutar de un logro extraordinario que le dio la vida, el cual ha calado en lo mas profundo el corazón de todos, dominicanos y latinoamericanos en general.