En una sociedad como la nuestra, la dádiva tiene una categoría donde los recursos públicos se convierten en una acción de instrumentalizar el presupuesto nacional en una democracia donde las necesidades básicas son el pan nuestro de cada día.
El festín del Plan Social de la Presidencia es una práctica conocida por todos, en que las instituciones como éstas sustituyen el papel propio del Estado.
En ese sentido, si revisamos el funcionamiento de la democracia nuestra, esta no cumple con la satisfacción y los anhelos de los dominicanos, al contrario, es una democracia cara, demagógica, imperfecta donde los resultados tangibles brillan por su ausencia.
No es solo Iris Guaba, es una “norma” del Partido de la Liberación Dominica en los períodos pasados y en el gobierno actual, y cuando “normas” como éstas se imponen, la democracia toma otro giro para cambiar la voluntad ciudadana mediante prácticas cuestionables.
Este 16 de febrero serán las elecciones municipales y por eso la señora Guaba actuó en consecuencia a sabiendas del impacto que provocan las donaciones de cajas, electrodomésticos o enseres del hogar, manejando así la sociología popular e incluso la manipulan para sacar beneficios de una ciudadanía con carencias y descalabro económico.
En la Mancha Indeleble de Cuentos Escritos en el Exilio (1962), el profesor Juan Bosch nos dijo “Todos los que habían cruzado la puerta antes que yo habían entregado sus cabezas, y yo las veía colocadas en una larga hilera de vitrinas que estaban adosadas a la pared de enfrente”.
Hoy no podemos alimentar que se entreguen las cabezas, de una sociedad donde quieren imponer la prostitución de la política y nada puede ser digno. Al llegar a esos niveles entonces sería imponer la eternidad de un partido en el poder.
Convivir en sociedad requiere de respeto a la ley, y cuando no hay autoridad entonces somos una sociedad perdida donde impera el caos y la justicia es simulada.